En este mes, te proponemos tres historias que muestran tres formas complementarias del amor, que nunca hay que perder de vista.

Una caperucita en Manhattan

Autora: Carmen Martín Gaite

Categoría: amor a uno mismo

Sarah tiene diez años, vive en Brooklyn y por las noches sueña con Manhattan. En esta versión contemporánea del cuento popular de La caperucita roja, se abandona el moralismo que pretendía intimidar a los niños en el siglo XIX y se anima a mirar el mensaje enriquecedor de la historia de caperucita: el amor por la libertad; la compenetración entre los abuelos y los nietos; el impulso creativo que viene de los grandes sueños y la dificultad de encontrarse a uno mismo. La historia de Martín Gaite es divertida y les gustará especialmente a lectores jóvenes (incluso a los niños) que ya no les temen a los lobos, porque han encontrado guías o maestros que les ayudan a no perderse, o a recomenzar si es necesario.

Fuente: Ángela Suárez Orellano, promotora de lectura de la Universidad de La Sabana.

Le llamé Corbata

Autora: Milena Mishiko Flašar

Categoría: amistad

En la banca de un parque se dan cita dos personas muy distintas entre sí, con algo en común: ambos están ahí para estar solos. Se refugian de sus respectivas familias pasando la jornada en esa especie de limbo en el que es posible pensar y sentir con más tranquilidad. No esperaban encontrarse y, sin embargo, ahí están, día tras día, rompiendo sus propias barreras y construyendo una amistad. El joven, de nombre Hiro, es un hikikomori, un adolescente que lleva años encerrado en su habitación y que todavía tiene miedo a relacionarse. El viejo, de sobrenombre Corbata, es un salaryman, un empleado que ha perdido su trabajo y que tiene miedo de confesárselo a su mujer.

Fuente: Ángela Suárez Orellano, promotora de lectura de la Universidad de La Sabana

Doctor Zhivago

Autor: Boris Pasternack

Categoría: amor romántico

Encuéntralo en: https://archive.org/details/doctorzhivagopast/page/n5/mode/2up

Novela que cuenta la vida de un testigo de una de las épocas más trágicas de la historia rusa (la colectivización, el terror provocado por Stalin), y que le valió a su autor el Premio Nobel de Literatura 1958. En esta se narra la vida de un hombre al que todos sus esfuerzos no le bastan para comprender la actitud soviética ante la vida. Zhivago ama a las personas, le gustan los detalles, se siente unido a la vida. El autor no refleja la realidad en sí misma, sino a través de las impresiones de los principales personajes; hay, sin duda, una intención simbólica en el retrato de muchos de esos personajes.

Fuente: Reseñas bibliográficas Fundación Troa