¿Cómo es nuestro comportamiento como electores desde la psicología y Ciencias Políticas?
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En el cruce interdisciplinario que caracteriza a la investigación contemporánea, la convergencia de las ciencias sociales, que abarcan disciplinas tan relevantes como la psicología y la ciencia política, ha emergido como un pilar de conocimiento fundamental para comprender en profundidad temáticas tan pertinentes como el comportamiento del elector. Esta convergencia es un fenómeno de creciente importancia en el mundo, ya que, a medida que la sociedad se vuelve más compleja y diversificada, comprender cómo y por qué las personas votan es un desafío que requiere colaboración de diversas ramas del conocimiento. Así como la ciencia política se encarga de analizar las estructuras políticas y las instituciones, la psicología proporciona información sobre las motivaciones de los votantes. Ahora bien, uno de los aspectos más intrigantes y fundamentales en este análisis es la búsqueda de una respuesta a la pregunta: ¿cómo toma decisiones un elector en un proceso electoral? de referencia fundamental en este campo. Esta teoría, arraigada a la noción de que los individuos toman decisiones racionales, basadas en cálculos de costo beneficio para maximizar su bienestar dentro de las restricciones que enfrentan, ha encontrado aplicaciones significativas en diversas esferas, desde la economía hasta la política.
Según el profesor Garzón, los votantes son considerados agentes racionales que se esfuerzan por tomar decisiones informadas y calculadas al elegir a quién otorgar su voto. Esto implica que los ciudadanos, al momento de decidir, examinan cuidadosamente las plataformas políticas de los candidatos, evaluando cuál de ellos sirve mejor a sus intereses personales. Esta perspectiva también se extiende al ámbito legislativo, donde la teoría del elector racional se utiliza para comprender el comportamiento de los legisladores al votar en proyectos de ley. Los políticos, al igual que los votantes, realizan un cálculo sobre sus preferencias políticas y, en función de ello, toman decisiones de voto. Esta teoría, cuya influencia se ha extendido ampliamente, demuestra cómo la convergencia de las ciencias sociales proporciona un marco sólido para comprender el complejo mundo del comportamiento electoral y político.
De acuerdo con Camilo Rincón, profesor de la Facultad de Psicología y Ciencias del Comportamiento, las personas votan por aquel candidato que represente o genere un mayor beneficio para su propio fin. hecho de votar es un comportamiento que requiere que la persona sepa del candidato, esté informada, hable y defienda su posición. Según la teoría de los grados de racionalidad, el elector es relativamente racional para votar luego de evaluar el beneficio de su posición. El elector busca la información y la procesa, pero en dicha búsqueda va a elegir con el objetivo de tener la razón y no equivocarse con su intención de voto. “No es el candidato el que me convence, es la forma en la que yo pienso la que determina cómo voto al final. Me parece fascinante pensar que se puede entender que las personas primero eligen y luego votan. Entonces, primero pienso, luego existo. Esa sería una forma de ver la teoría de la racionalidad en principio”. Los modelos políticos son simplificaciones de la realidad, diseñados para generalizar y ofrecer una comprensión simplificada de la complejidad de la toma de decisiones electorales. Sin embargo, en un mundo cada vez más marcado por la exposición a las redes sociales y los fenómenos mediáticos, el comportamiento de los votantes puede verse influenciado por factores emocionales y la simpatía que los candidatos despiertan en ellos.
Esta dinámica emocional puede desempeñar un papel fundamental en las decisiones de los votantes, desviándolos de la lógica de la elección racional. Como lo explica el profesor Garzón, “Si yo siento una especie de conexión, empatía o simpatía por el candidato, puede que la decisión no sea tan racional, simplemente me estoy dejando llevar por esas emociones o porque es muy carismático”. Este fenómeno tiene amplias implicaciones, particularmente en el campo del marketing político, que enfatiza la importancia de la imagen, el discurso y el carisma de los candidatos. Además, puede llevar a que los votantes se aparten en cierta medida de las afiliaciones partidistas o las ideologías, optando por apoyar a candidatos que representen una ideología o un partido político con el que se sientan afines, incluso si no reflejan completamente sus preferencias individuales.
Por otra parte, el uso de las redes sociales, en principio X o Facebook, permite a los psicólogos realizar el análisis del sentimiento o de las emociones que hay detrás del comportamiento político del elector. En cuanto al análisis del sentimiento, Rincón indica: “Aparece el análisis del sentimiento, una gran área de estudio en la psicología que tiene que ver con el uso de la analítica de datos para comprender los comportamientos que naturalmente las personas desarrollan a nivel político, por ejemplo, lo que publican desde la imagen hasta las palabras o cómo unas elecciones pueden afectar la intención y percepción de voto de las personas”.
En este análisis del sentimiento o el comportamiento, es importante entender el efecto que produce escuchar información contraria del candidato por el cual se tiene la intención de voto. ¿Eso me afecta? ¿Qué produce que dicho mensaje tenga favoritismo o negación? Gracias al trabajo de Rincón en los laboratorios de la Facultad de Psicología y Ciencias del Comportamiento, se están replicando proyectos, estudios e investigaciones internacionales que permiten conocer ampliamente la percepción del elector.
Las ciencias políticas deben mantenerse ágiles y adaptativas para comprender y analizar de manera efectiva el comportamiento electoral, reconociendo la creciente influencia de las emociones y la simpatía en las decisiones de los votantes, y entendiendo que los modelos simplificados deben ser complementados por un enfoque multidimensional que refleje la complejidad de la realidad política contemporánea.
Preparándonos para las Elecciones Regionales en Colombia
En diferentes contextos electorales, como las elecciones con mayoría simple, las decisiones por consenso o las segundas vueltas, los votantes pueden cambiar su enfoque y estrategias de voto. Por ejemplo, cuando se trata de elecciones con segunda vuelta, los votantes pueden enfrentar el dilema de si su candidato preferido no llega a esta fase. En tales casos, como lo menciona Juan Nicolás Garzón, “Pueden optar por votar estratégicamente, no necesariamente por el candidato que refleja sus preferencias ideales, sino por aquel que consideran el mal menor entre los finalistas”. Esta dinámica refleja cómo la teoría del elector racional se aplica para explicar cómo los votantes evalúan cuidadosamente las opciones disponibles y adaptan sus decisiones en función de las circunstancias y sus objetivos estratégicos.
Estos cambios en las circunstancias y preferencias electorales son áreas en las que la teoría de la elección racional busca proporcionar modelos y explicaciones. Al comprender cómo los votantes ajustan sus estrategias en diferentes situaciones electorales, esta teoría contribuye a arrojar luz sobre la complejidad de la toma de decisiones políticas y electorales en contextos cambiantes y variados.
Básicamente, el elector buscar interpretar creencias que importen en el contexto político. Desde la psicología, la autoeficiencia es la creencia que tiene una persona para marcar la diferencia socialmente; esto quiere decir que el elector piensa que si votando marcará o creará un cambio que le aporte a la sociedad, este votará; de lo contrario, se abstendrá de hacerlo. En la intención de voto, el elector evaluará si el candidato es poco competente y votará diferente. Pero, si se evalúa que el candidato es competente y puede crear un cambio, votará por los ideales que está presentando. “Es muy curioso que la gente se vincula al partido político no tanto por lo que cree, sino por contra quién está jugando; pero lo que sí diferencia a los seguidores de un partido con los del otro son sus valores, no sus creencias fundamentales sobre la ideología; importa más lo que la gente valora que lo que la gente piensa”, anota Rincón.
La convergencia de las ciencias en el análisis del comportamiento del elector emerge como un enfoque esencial para comprender las complejidades de la participación política y la toma de decisiones en el siglo XXI. Esta sinergia entre disciplinas como la psicología, la sociología, la política y otras ciencias del comportamiento permite adentrarse en las capas más profundas de la mente del votante y los factores que influyen en sus elecciones. A medida que se avanza en esta nueva era de investigación interdisciplinaria, es crucial reconocer que el compromiso con la colaboración y la diversidad de perspectivas lleva a un nivel más profundo de conocimiento y, en última instancia, a la posibilidad de desarrollar estrategias políticas y sociales más efectivas y sensibles a la realidad.
“La colaboración es orgánica. Implica que la gente se reúna, tome cafés, que sean amigos, que formen proyectos juntos (…) El punto en el que uno encuentra una colaboración fructífera es en el que entiende que esa persona que piensa distinto a mí a nivel analítico se interesa mucho, mucho más por el problema que por el método, la pureza y la elegancia metodológica, que es lo que nos caracteriza. Con esa diferencia uno puede generar una intención, pero ciertamente el llamado a la colaboración tendrá que girar en torno a que yo no soy ni politólogo ni psicólogo ni sociólogo; yo resuelvo problemas y esa es una postura epistemológica en la ciencia”, concluye Camilo Rincón.
David Felipe Cuesta, gestor de comunicaciones de la Facultad de Psicología y Ciencias del Comportamiento, y Valentina Zapata, gestora de comunicaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.
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