Prevención primaria y secundaria del suicidio en adolescentes
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Es necesaria la estandarización mundial de herramientas que sean útiles para el médico en la atención primaria, de tal forma que le permitan hacer un diagnóstico precoz de suicidio
Erwin Hernández, profesor de la Facultad de Medicina y del Departamento de Medicina Familiar y Salud Pública, explica la prevención primaria y secundaria desde la medicina familiar, una especialidad de la Facultad que está orientada a brindar una atención integral al paciente, la familia y la comunidad.
Recientemente se publicó una guía para la prevención primaria y secundaria del suicidio, trabajada y socializada por la Especialización en Medicina Familiar y Salud Pública. En esta, explican de manera detallada y bajo una línea de investigación cómo prevenir el suicidio en adolescentes. La iniciativa contó con la participación de expertos en el tema, como el profesor Erwin Hernández, y la especialista en psiquiatría y experta en el tema de conductas suicidas, doctora Yahira Guzmán.
Para poder evitar que los individuos desarrollen una conducta suicida o un suicidio consumado, es necesaria la estandarización mundial de herramientas que sean útiles para el médico en atención primaria, de tal forma que le permitan hacer diagnóstico precoz de suicidio; segundo, es importante la identificación de barreras de acceso al sistema de salud, para hacer un diagnóstico y seguimiento a adolescentes de alto riesgo suicida; tercero, se requiere la formación de programas y alianzas intersectoriales, que aseguren un abordaje global de los factores de riesgo para disminuir el suicidio; cuarto, se debe reflexionar sobre el estigma de la salud mental por parte de los círculos sociales en los que se ven inmersos los adolescentes, los cuales evitan que puedan buscar ayuda en momentos de crisis; por último, es útil la incorporación de instrumentos informáticos, como una estrategia de atención primaria en el reconocimiento temprano de riesgo e ideación suicida.
Y es que las cifras hablan por sí solas, según INML año 2019 Forensis, la tasa de suicidio en Colombia a nivel general era de 5.93 por cada 100.000 habitantes. “Tener este abordaje y esta construcción de prevenciones es una oportunidad para que desde temprana edad se pueda identificar esta problemática, ya que estos temas de salud mental (suicidio) tienden a tener estigmas de los mismos médicos y de la población en general”, afirma Hernández.
Prevención primaria
Los factores de riesgo para el suicidio, de acuerdo con una de las clasificaciones empleadas en la literatura médica, son: factores biológicos, sociodemográficos y psicosociales. Por ello, para lograr prevenir a temprana edad el suicidio son importantes el apoyo familiar y el comunitario. Las estrategias deben involucrar diversos sectores que orienten sus esfuerzos hacia el fortalecimiento de los factores protectores, como la monitorización parental y la conectividad, es decir que los adolescentes sientan confianza en sus padres y en sus pares para hablar de sus problemas. También, facilitar la integración de grupos sociales que promuevan el cambio de comportamiento individual para la adopción de hábitos de vida saludables, como el ejercicio, la alimentación equilibrada y una adecuada rutina de sueño.
Erwin Hernández, profesor de la Facultad de Medicina y del Departamento de Medicina Familiar y Salud Pública, explica la prevención primaria y secundaria desde la medicina familiar, una especialidad de la Facultad que está orientada a brindar una atención integral al paciente, la familia y la comunidad.
Prevención secundaria
La prevención secundaria busca disminuir la probabilidad de un intento de suicidio en pacientes de alto riesgo, por lo cual comprende acciones para realizar el diagnóstico temprano, la captación oportuna y ofrecer los tratamientos adecuados. Para esto, se debe crear un plan de seguridad personalizado y concreto, que incluya estrategias de afrontamiento en tiempos de crisis; reconocer las propias señales de advertencia; identificar a miembros de la familia, pares o profesionales con quienes se pueda contactar para obtener ayuda y proporcionar información de contacto para la línea nacional de emergencias, ya que los individuos tienen un mayor riesgo de desarrollar una conducta suicida o un suicidio consumado. Por tanto, el profesional debe hacerle seguimiento a su paciente hasta que reciba atención especializada en salud mental.
Para la doctora Guzmán, “Teniendo en cuenta lo anterior, los sistemas de salud deben conocer la existencia de los factores de riesgo y protectores para una población particular, no solo por edad, sino por población y otros factores distales o proximales a una conducta suicida. Lo más complejo es determinar el nivel del riesgo evaluando solo la ideación suicida, ya que esto solo se hace si el personal de salud sospecha que haya síntomas depresivos y realiza la valoración en servicios de hospitalización general, urgencias generales y consulta externa general, o en otras especialidades diferentes a la psiquiatría”.
“Es importante saber que las conductas suicidas se pueden categorizar o clasificar en gestos suicidas, autolesiones, ideación de muerte, ideación suicida, intento de suicidio y suicidio consumado. La ideación suicida es una categoría de ‘conducta suicida’ y, a la vez, es un riesgo para el suicidio consumado”, concluye la doctora Yahira.
Es de vital importancia que se prevenga el suicidio, ya sea de manera primaria o secundaria. Se estima que en el mundo se registran alrededor de un millón de suicidios al año y, por cada suicidio consumado, se presentan entre 20 y 25 intentos de suicidio. Los hombres se suicidan más que las mujeres, con una relación que varía entre 1.5 y 4 hombres por cada mujer, siendo mayor la relación en los países desarrollados.
Esta investigación, en palabras del doctor, es importante porque tiende a haber un desconocimiento de este tema en los profesionales sanitarios y, precisamente, la investigación trae a colación el aprendizaje de una serie de elementos para poder articular con diferentes profesionales de la salud el abordaje de esta problemática. En conclusión, el suicidio en los adolescentes puede y debe prevenirse desde la atención primaria. Para lograrlo, se requiere de intervenciones intersectoriales, que involucren a los jóvenes, sus familias y la comunidad. Las relaciones sinérgicas entre los diferentes sectores son necesarias, ya que las estrategias singulares son insuficientes para el abordaje de una situación tan compleja como el suicidio.
Por último, las futuras líneas de acción pueden estar orientadas a la validación de herramientas de tamizaje, para la identificación e intervención temprana de factores de riesgo del suicidio en adolescentes, así como unir esfuerzos para desarrollar estrategias que propicien la articulación de los servicios de atención primaria con los de salud mental.
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