El 25 de marzo se cumple un año de la declaración de emergencia sanitaria en Colombia y de las medidas de distanciamiento social. Con estas, se ha dado una serie de cambios en las familias que, en muchos casos, vieron aumentar las tensiones por la incertidumbre, el miedo al contagio, el estrés por el trabajo, la crisis económica, la sobrecarga por las tareas domésticas, entre otras sensaciones. Todo esto ha afectado las relaciones de pareja o con los hijos.

En algunos casos, estas situaciones han derivado en violencia intrafamiliar, fenómeno que afecta más a las mujeres. Con relación a esto, han subido las solicitudes de auxilio y de orientación, pero no las denuncias.

El Sistema Integrado de Información sobre Violencias de Género de Colombia reportó que para el 14 de agosto de 2020 había un total de 62. 939 casos, de los cuales en el 76.6 % la víctima era una mujer que, además, en el 56.83 % de los casos vivía con el agresor y, en el 74.81 %, la vivienda era el lugar de los hechos”, lo cual representa un aumento en el contexto del confinamiento, cuestión que no ha variado con la apertura.

Según la Fiscalía General de la Nación, en el período de marzo a agosto de 2020, se recibieron 15.777 llamadas de emergencia. Entre los motivos de consulta se encuentran la violencia psicológica, física y sexual, así como la ansiedad, la depresión, las conductas suicidas y los problemas en las relaciones interpersonales, siendo las mujeres las que presentaron el mayor porcentaje de llamadas, con el 62.18 %.

Sin embargo, hubo una disminución en comparación con los mismos meses del año 2019. María del Carmen Docal, investigadora del Instituto de La Familia y experta temas de violencia intrafamiliar, dice que “Algunos de los factores que explican esta situación pueden ser la dependencia hacia el agresor, la normalización de ciertos comportamientos violentos anclados en la cultura y la lentitud e inoperancia de los procesos judiciales”.

Más allá de las cifras, este es un problema social y de derechos humanos que afecta a las personas, las familias y las comunidades, en todos los estratos y países. Por lo tanto, la atención y la prevención en el marco de los servicios esenciales son prioritarias. Un aspecto relevante en el análisis es la denuncia, muy baja en comparación con el reporte de llamadas a las líneas de atención, tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres, quienes también son víctimas en algunos casos.

La pandemia fija con insistencia la situación de violencia intrafamiliar en la agenda pública. Si bien se reconocen avances de los gobiernos, aún faltan muchas medidas para erradicar este tipo de violencia, o al menos disminuirla:

• Aumentar los servicios de atención y declararlos como esenciales.

• Faltan programas para el manejo de las emociones y del estrés.

• Se requieren mayores acciones que promuevan cambios culturales frente a la discriminación, el abuso y las prácticas violentas entre familiares.

• Fomentar el papel activo de la comunidad en el apoyo a las víctimas y en la denuncia.