Ciencia para niños: preguntar, experimentar y divertirse
¿Sabes por qué cuando eras niño sentías más interés por descubrir y aprender sobre las ciencias? La respuesta es que el cerebro de los niños está en la fase de exploración de lo que para ellos significa entender el mundo, de acuerdo con una investigación publicada por la Universidad de California (Gopnik, 2012). Los niños piensan y actúan con patrones similares a los que se emplean en las ciencias: crean hipótesis, infieren causas y consecuencias, y practican la observación; por esto, algunos se han ganado el título de “pequeños investigadores”.
En este sentido, el profesor Carlos Barreto, director de la Licenciatura en Ciencias Naturales, dice: “Ante las experiencias científicas a las que se exponen a diario los niños, los educadores y padres de familia tenemos la oportunidad de ir permeando sus mentes de buenas sensaciones y de prácticas que les permitan identificar fenómenos, plantearse preguntas y mirar alternativas de solución”.
Formando pequeños investigadores
El Club de Exploradores de la Facultad de Educación de La Sabana surgió por iniciativa de miembros de la Licenciatura en Ciencias Naturales para incentivar y despertar el amor por la ciencia en los niños. La idea se consolidó de la mano de Bienestar Universitario, unidad que lo articuló a las escuelas de formación cultural como una opción dirigida a los hijos de los empleados y estudiantes de la comunidad universitaria interesados en la formación científica.
Este espacio se creó para que los niños aprendan a explorar el campo de las ciencias naturales. Desde la observación, la formulación de preguntas, la identificación de características y la descripción de lo observable, ellos proponen sus propias hipótesis y las ponen a prueba para encontrar soluciones. “Cada clase se convierte en una oportunidad para descubrir el mundo de la ciencia. A través de proyectos que se desarrollan en el aula, los niños piensan como pequeños investigadores y tratan de responder cuestiones como ¿cuál es la medida de un grano de arroz?, ¿cuáles son las medidas de volumen?, ¿por qué se enciende una vela? A partir de sus experiencias, identifican variables y encuentran resultados”, asegura Floridiana Pérez Riaño, profesora del Club de Exploradores
Uno de los exploradores es Juan Andrés Arteaga, estudiante de quinto de primaria, quien, a sus 11 años, está convencido de que saber de ciencia brinda un gran poder. “Quiero conocer el mundo y no tener miedo de verlo; quiero entender por qué suceden las tormentas eléctricas”, dice.
María Fernanda Hernández, directora de la Licenciatura en Educación Infantil y mamá de uno de los integrantes del club, considera que este espacio fomenta la formación integral atada al pensamiento científico. “Mi experiencia ha sido maravillosa. Tomás está absolutamente feliz porque aprende de una manera divertida y comparte con otros niños de su edad. El club despierta aún más su curiosidad e interés por el conocimiento”, expresa.
El reto de enseñar la ciencia desde casa
No cabe duda que la ciencia está presente en lo cotidiano, y de eso es consciente la profesora Floridiana, quien ratifica que “la ciencia es un campo que permea al ser humano en su diario vivir y por esta razón podemos encontrarla en todas las situaciones que experimentamos y en los hechos que observamos”. Bajo este principio, “creo que si como adultos logramos entender el mundo desde la perspectiva de la ciencia sabremos aprovecharlo mejor y eso es lo que buscamos en el aprendizaje con nuestros niños”.
A partir de ese entendimiento de la ciencia es posible que como padres se pueda aprovechar de forma constructiva la creatividad y el ingenio de los niños. El reto está en cómo enseñarles y hablarles a sus hijos de ciencia. Frente a esta cuestión, los padres pueden apostarle al conocimiento científico desde el trabajo en casa. Los expertos coinciden en que es necesario incentivar en los pequeños la indagación por los fenómenos y los hechos que observan. “A los niños los sigue motivando los sucesos que ellos pueden identificar con sus sentidos, ver el arco iris, las nubes, la lluvia, la diversidad biológica, los eclipses, generan preguntas que en la mayoría de los casos son complejas de explicar”, asegura el profesor Barreto.
En estos sencillos pasos, le enseñamos cómo lograrlo:
¿Cómo incentivar el amor por la ciencia desde casa?
Los niños son curiosos por naturaleza. La ciencia, la tecnología e innovación aimentan esa curiosidad y les proporcionan aprendizajes valiosos en su etapa de crecimiento. A través de estos campos, los pequeños hacen observaciones, recopilan información, formulan preguntan y usan el pensamiento lógico para llegar a conclusiones.
La ciencia responde a las necesidades de la sociedad y a los desafíos mundiales; por lo tanto, es esencial empoderar a las nuevas generaciones en temas científicos. Para esto, es fundamental no coartar la creatividad de los niños, sino impulsarla como uno de los motores de innovación para enriquecer el conocimiento y aplicar nuevas ideas que ayuden a cambiar el mundo.
Para Paola Garzón, directora del programa de Ingeniería Química de la Universidad de La Sabana, el conocimiento científico y tecnológico es una de las principales fortalezas que tiene la sociedad; además, es un elemento indispensable para promover su desarrollo económico y social. “La ciencia, la tecnología y la innovación aportan las herramientas necesarias para transformar las sociedades y sus estructuras productivas. Igualmente, ofrecen soluciones para los desafíos cotidianos y nos ayudan a responder los grandes misterios de la humanidad”, dice.
Garzón, doctora en Diseño de Procesos y Productos Químicos, afirma que enseñarles ciencia y tecnología a los niños es la mejor forma de generar en ellos conciencia ambiental, porque les permite tener conocimiento sobre los ciclos naturales. “Lo que no se conoce no se valora. Por medio de las experiencias y de la exploración científica, se obtiene una visión diferente sobre la importancia de cuidar los recursos naturales”, expresa.
Una forma divertida de aprender
Estimular la creatividad es uno de los factores más importantes para aumentar la motivación y mejorar el aprendizaje de los niños en los campos de la ciencia. A su vez, es vital tener en cuenta que la educación científica hace parte de los ejes estructurales de la formación en la población infantil.
Para Jefferson Galeano, profesor de Educación Ambiental de la Facultad de Educación, fortalecer y promover el pensamiento científico en la primera infancia requiere de rigurosidad, experiencia, organización y tener en cuenta el contexto y el proceso de desarrollo. “La clave para lograr un pensamiento científico no solo está en educar en conceptos, sino también en competencias y habilidades personales cognitivas que lleven a los niños a comprender estos conceptos. Por ejemplo, el juego es una parte esencial en el proceso pedagógico de los niños”, expresa.
La educación STEAM (science, technology, engineering, art and mathematics) es una manera diferente de enseñar. Esta metodología, que combina ciencia, tecnología y creatividad, busca que los estudiantes tengan pensamiento crítico e imaginación y que aprendan a usar la tecnología para resolver problemas puntuales. “Para esto es importante la observación, la realización de preguntas, la curiosidad, la indagación y la búsqueda. Si bien estos procesos son posibles en cualquier etapa, en la niñez son naturales porque hacen parte de la vida y de la dinámica propia de los niños”, afirma Galeano.
En este contexto, fomentar y desarrollar competencias científicas en los “pequeños genios” no solo sirve para que ellos se diviertan y adquieran habilidades, sino también para que puedan transformar el mundo con sus ideas.