A mediados del siglo XX, Aníbal Gil se formaba artísticamente en Florencia (Italia) junto con Enrique Grau, Alejandro Obregón y Fernando Botero, compartiendo la insatisfacción por el naturalismo tradicionalista e indagando sobre el nuevo sentido del arte en la composición de los clásicos italianos y los lenguajes de las vanguardias europeas, como el cubismo.

Al regresar a Colombia, desarrolló la expresión propia del Americanismo Lírico e incursionó en las diferentes técnicas pictóricas, desde la monumentalidad del mural, la fina definición de la acuarela, el preciso delineado del grabado o las sólidas resoluciones en óleo. Su capacidad técnica fue discurriendo por las diferentes opciones que su sentido plástico iba descubriendo.

Desde su formación inicial, trabajó en una robusta estructuración del cuadro donde la geometría, la figura, el fondo, los planos y las facetas revelan unas composiciones maestras, ya sea en el formato del mural o en las pequeñas acuarelas.

Su perseverante investigación entre las diversas posibilidades del grabado lo llevaron a un virtuosismo que lo convirtió en maestro de esta técnica y en un virtuoso del oficio. Aun hoy, insiste en una búsqueda que le abra infinitos caminos. “Una placa metálica, cuando la grabo, tiene para mí la profundidad de un océano”, dice.

Se trata de un maestro que ha hecho escuela por los medios que transita y los horizontes que descubre.

En el INALDE, se instala ahora el grabado de San Miguel Arcángel, que puede considerarse un compendio de su labor artística, donde con unos trazos gruesos, fuertes y firmes, imprime la máxima expresión a las figuras que representan la batalla y el dominio, la fuerza y la derrota.

Se aprecia en su sentido profundo el sentimiento que él manifiesta ante una plancha: “Imprimir un grabado es presionar al máximo posible un grito de expresión silenciosa”.

El trabajo del ángel en la iconografía de Aníbal Gil ha sido una temática constante con la que nos ayuda a captar las realidades sobrenaturales, al materializar una presencia espiritual y evocar la asistencia sublime de estos compañeros de camino, que defienden y guían con su fuerza excepcional en el ejercicio de su oficio. Ahora, los espectadores podrán visitar esta obra y abrirse al sentido trascendente de la imagen.

Que toda la fuerza de este motivo artístico, reinterpretado con una imagen contemporánea, garantice la asistencia genuina de este custodio que ahora preside el INALDE.

Conoce la exposición que tiene actualmente el artista Aníbal Gil en el Museo de Antioquia, haciendo clic aquí.

Por Alberto Estrada, arquitecto y asesor del Campus Cultural, de la Asociación de Amigos.