¿Por qué ya no estamos “viviendo nuestras vidas”?  

El internet es transversal a las vidas de todos. Por eso, entre tanta incertidumbre, el constitucionalismo digital ha sido considerado como una apuesta para garantizar el ejercicio de los derechos humanos en la red. En en el marco del Doctoral Show Room, evento organizado por la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, Oreste Pollicino, experto en el tema, dio luces para enfrentar esta revolución digital. 

Por: María Alejandra Gómez

Recientemente una encuesta del gobierno británico reveló que los sectores más afectados por la inteligencia artificial son la publicidad, el periodismo, la consultoría y el derecho. Lo anterior no solo se debe a las soluciones que arroja este tipo de tecnología a empresarios sino también a su rápida adopción. De hecho, una encuesta realizada por IBM en Colombia revela que una de cada cuatro empresas se encuentra adoptando la inteligencia artificial en su quehacer.  

Pero si bien la velocidad es estremecedora, desde otro ángulo, la falta de políticas que contribuyan a poner límites para prevenir por ejemplo la información falsa y el reemplazo de la identidad, han puesto sobre la mesa la necesidad de instaurar un constitucionalismo digital que sea capaz de garantizar la ejecución de los derechos humanos.  

En ese orden de ideas, Oreste Pollicino, profesor de Derecho Constitucional en la universidad de Bocconi (Italia), una de las voces expertas en Derecho de los Medios, Derecho de Internet, Honest Broker designado por la Comisión Europea para la negociación del 'Código de buenas prácticas europeo sobre desinformación' y miembro de la Junta Ejecutiva de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, se refiere a la situación actual como compleja y explica cómo desde la constitucionalidad se han adelantado formas para que la ley llegue a la red y proteja los derechos de las personas.  

Desde el año 2020, la Unión Europea ha venido trabajando en una regulación sobre la inteligencia artificial. De hecho, crearon una comisión especial sobre el tema y aprobaron un documento sobre cómo establecer normas y poner límites a esta tecnología, sin embargo tal éxito no ha tenido lugar en Latinoamérica. ¿Cómo debe ser el establecimiento de esas normas, cuando la tecnología va más rápido que las constituciones? 

En primer lugar, creo que la Constitución sigue siendo muy útil hoy en día. Ya sabes, hay una especie de narrativa según la cual todas las Constituciones no son capaces de afrontar el desafío de la tecnología. Pero hay excepciones. Por ejemplo, la Constitución italiana redactada en 1947. Claramente, en ese entonces, Internet no existía. Pero lo que pasó es que hay un artículo según el cual cada uno es libre de expresar su alma con la voz, los impresos y la entrega, es decir, hubo una configuración de apertura y cierre. ¿Qué implica esto? La presencia de una Constitución. Así que, en primer lugar, no subestimes los valores de la constitución, ya sabes que abarcan el segundo punto del Festival de Tecnología. En segundo lugar, es imposible seguir adelante sólo a través de una dura pérdida. Europa entendió que la clave no está en regular por regular, eso no es tan efectivo si no se incluyen los privados. Los operadores privados que participan en este proceso no podrán hacer cumplir la regulación porque no serán técnicamente posibles de hacer cumplir. Básicamente, es muy difícil hacer cumplir una regulación que no se redactó junto con ésta, así que hay una nueva forma que se llama regulación central, en la que hay poderes públicos y privados que deciden. Creo que este podría ser una especie de camino para que América Latina intente aprobar una regulación básica. 

Usted ha afirmado que en el pasado se cuestionó sobre cómo podría ser la política más acorde para proteger los derechos de la gente de la Unión Europea. ¿Cuáles son los aspectos que deben ser considerados para proponer una política? ¿es mejor hacerlo para una región o por país? 

Eso es un buen punto. Estoy convencido de que la formulación de normas por país no tiene muchas posibilidades de ser efectiva porque hay problemas que son más grandes que un solo país. Hay asuntos que son más grandes que un solo Estado como Colombia o Italia. Para saber qué es lo que está bien es necesario revisar por lo menos un área. En ese sentido, hay que entrar a mirar cuáles serían los problemas de América Latina, valdría la pena establecer un test que permita identificarlos porque las leyes de los Estados no deben ir en contravía de los derechos humanos. En esa medida se hacen necesarios los acuerdos y trabajar en un código de protección multinivel con dimensión nacional soberana. 

De acuerdo con las Naciones Unidas, el acceso al internet implica un derecho a la libertad de expresión. La razón de esto nace del hecho de que Internet le permite a la gente intercambiar información e ideas sobrepasando las distancias y forjando un ambiente similar al ejercicio de la democracia. En ese orden de ideas ¿cómo pueden los ciudadanos demandar transparencia y veracidad? 

Para no estar ante el exigente que pide confianza, es necesario que la propia ciudadanía intente trabajar en esto. La ciudanía debería involucrarse más con los asuntos de la tecnología porque, de lo contrario, serán jugadores pasivos con expectativas que parecen caídas del cielo. Pero no es así, todo tiene una razón de ser y el progreso y los procesos son complejos, empezando por la sociedad misma. Así, tengo que decir que la sociedad y las organizaciones civiles deberían trabajar más en la dirección de amplificar la educación de los usuarios, de lo contrario el riesgo de ser actores pasivos y no activos aumentará. Una vez la sociedad civil haga lo mejor, es obvio que la legislatura tomará partido no solo de los intereses de las grandes plataformas sino también de los usuarios que algunas veces tienen problemas con el conocimiento digital. En ese orden de ideas, no todos los usuarios saben cómo atender internet o cuál es la manera correcta para conectarse o cómo debe ser la información correcta. Además, están los usuarios promedio, menos conscientes de lo que se puede encontrar. Eso debería protegerse de alguna manera. Significa que los gobiernos deberían pensar en formas de evitar y proteger al usuario vulnerable, comúnmente, las personas mayores y las personas pobres que no recibieron educación. Lo mismo ocurre con las empresas. Deberían protegerse más las pequeñas empresas, que son las más vulnerables ante los ataques.  


En un mundo en donde no siempre se sabe qué es real y qué no es real, ¿cómo podemos definir las reglas?¿lo que está prohibido de lo que no lo está? 

La negación de la verdad es lo más problemático porque esta información, que se emite como una noticia falsa que puede circular, muchas veces es considerada por las personas como confiable. Incluso pueden afirmar un día que la tierra es plana y al siguiente afirmar que es redonda. ¿Cómo es posible resolver este problema? ¿cómo evitar la negación de la verdad?. Es un asunto similar a lo que está sucediendo en los Estados Unidos con la narrativa de los votantes de Trump. Simplemente están diciendo que las elecciones solo deben ir en una sola dirección y esto no es cierto. Entonces no es una cuestión de opinión, es una cuestión de hecho. Así que, si no hay un acuerdo sobre el hecho de que los votos están ahí, muchos no confían en los hechos. Esto está sucediendo y cuando se pone en discusión la realidad, se entra en un terreno muy delicado. 

Si consideramos a Colombia como un país con rezagos tecnológicos, ¿cómo el constitucionalismo digital puede proceder en contra de las amenazas? 

Los aspectos digitales son muy interesantes porque pueden proveer una dimensión procedural más procesal que sustantiva. Entonces, lo que la posición digital está diciendo es que en las grandes plataformas los derechos son muy importantes. Pero, independientemente de la importancia de esos derechos, hay que velar por las obligaciones, escuchar a los usuarios para que tengan la posibilidad de impugnar su decisión de darle acceso a los algoritmos, al menos parcialmente, precismente para darles el derecho a una explicación. De modo que tales obligaciones hacen más efectivo el derecho y al legislador le resulta aún más fácil controlar si esas obligaciones fueron implementadas o no. 

Con la inteligencia artificial sorprendiéndonos todos los días, ¿cómo puede describir el momento actual que atravesamos?  

Pienso que es un momento muy complejo. Básicamente no estamos viviendo nuestras vidas de la manera clásica como se solía hacer unos años atrás, es decir offline. Hoy por hoy vivimos online y nuestra identidad, que esta moldeada por las experiencias, esta influenciada por la manera en la que vivimos en el mundo online. Desde las amistades a la afinidad que tenemos con el debate político, el marketing y la forma en la que hacemos compras. Esto es básicamente muy retador para la sociedad en la que solíamos vivir basada en la vida clásica atómica. Ahora, la vida digital implica que básicamente debemos ser mucho más cuidadosos para intentar velar por determinados derechos que no están tan protegidos.