Dos estudios de la Maestría en Asesoría Familiar y Gestión de Programas para la Familia, en las ciudades de Bogotá, Barrancabermeja, Cota, Neiva y Leticia, revelaron que, en primer lugar, las mujeres son las principales afectadas en el proceso de conciliación entre los ámbitos personal, familiar y laboral, y, en segundo lugar, que si no se armonizan esos ámbitos habrá resultados negativos para el bienestar de los entrevistados.
En Colombia, “El tiempo diario promedio dedicado a las actividades de trabajo remunerado es de 8 horas y 59 minutos para los hombres, y de 7 horas y 49 minutos para las mujeres”, según las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE, 2020). En relación con las actividades de trabajo no remunerado, las mujeres dedican al día en promedio ocho horas y, los hombres, tres horas y 7 minutos en el día. Así, se evidencia una carga de trabajo mucho mayor para el género femenino.
Natalia Vargas, una de las autoras de la tesis que estudió las dinámicas de la conciliación en esas ciudades, dice que los varones de este estudio se han involucrado de manera gradual en las actividades relacionadas con las labores domésticas y las relacionadas con el cuidado (apoyo con las tareas y la recreación). Sin embargo, aun con ello, se encontró que las mujeres del estudio triplican el tiempo en estas actividades (preparación de los alimentos, asistencia a los médicos y a las reuniones del colegio, cumpleaños, entre otras).
En esta misma línea, Vargas explica que “Las mujeres perciben que el tiempo invertido en el ámbito laboral interfiere con el tiempo dedicado a la familia, sobre todo para compartir con su pareja e hijos, afectando la calidad de la relación”.
Por otra parte, Diana Duarte, una de las autoras de la investigación en Bogotá, dentro de los principales hallazgos destaca que, tanto hombres como mujeres, son conscientes de que la falta de “equilibrio” entre las largas jornadas laborales y la atención a su familia lleva a sacrificar el propio bienestar. También se evidenció que el trabajo resulta más relevante que otros factores, como el ocio, la comunidad y la religión, ubicándolo en el mismo nivel que la familia, cuando esta es la prioritaria. Por eso, toman la decisión de priorizar el campo laboral, pues este les permite satisfacer las necesidades familiares.
Frente a la problemática expuesta, Natalia Vargas recomienda:
“Deben crearse políticas públicas flexibles que favorezcan la interacción entre los dos ámbitos, así como el papel de la empresa en la creación de cultura, liderazgo y políticas favorables para la familia, respetando el rol de la persona en su entorno familiar”.
Como conclusión, Pamela Leyva Townsend, profesora y directora de estos trabajos, señala que depende de la persona armonizar los diferentes ámbitos de la vida, pero también de quienes hacen parte de su entorno inmediato y extendido. Desde esta perspectiva, una gran responsabilidad recae sobre el Estado, las empresas, las familias y la persona. Es necesario pensar de nuevo en las acciones para que, de verdad, se promuevan ambientes que favorezcan la armonización entre los ámbitos personal, familiar y personal.