Liliana Ospina de Guerrero: El tono humano distintivo de La Sabana 

‘Pensar y cuidar hasta lo más pequeño’ es la premisa que ha guiado la labor de Liliana Ospina de Guerrero, en sus en sus 26 años de trabajo en la Universidad de La Sabana.  

Liliana Ospina se formó como abogada en la Universidad del Rosario y es especialista en Legislación Financiera de la Universidad de los Andes. Su interés en el campo económico la llevó a desempeñarse en el área del derecho financiero. Fue secretaria general y vicepresidenta de la Fiduciaria de la Bolsa Valores de Bogotá y directora ejecutiva de la Asociación de Fiduciarias de Colombia.  

A La Sabana llegó por invitación del Rector Álvaro Mendoza Ramírez, de quien había sido alumna en el Rosario y empleada en su oficina de abogados. Durante una visita que le hizo con ocasión del nacimiento de su hijo, Mendoza le ofreció ser Directora de Planeación de la Universidad. Sobre el ofrecimiento recuerda que la tomó por sorpresa: “Yo le decía: pero usted está seguro, pero usted sabe lo que yo he hecho en los últimos 10 años de mi vida, ¿Cómo me va a llevar a La Sabana?”  

La oportunidad, sin embargo, llegó en un momento en el que, por motivos de salud y la llegada de su hijo, estaba considerando bajar el ritmo de trabajo que exigía el sector financiero. “Me sentí muy halagada, muy honrada y comenzamos ya a trabajar como era que me iba a venir a La Sabana y a dejar mi vida anterior” recuerda.  

El 20 de enero de 1997 la doctora Liliana Ospina empezó su camino en La Sabana como directora de Planeación y Desarrollo. Esos primeros días fueron difíciles, pero le presentaron una oportunidad: “Fue muy duro, tengo que confesarlo. Me dio muy duro porque no era el ambiente físico en el que yo estaba acostumbrada a trabajar (…) Se estaba construyendo en la Universidad, no había caminos pavimentados o adoquinados para caminar. Entonces teníamos que caminar en el barro amarillo porque desde el gobierno teníamos que visitar las obras que se estaban construyendo (…) pero al mismo tiempo me ilusionó mucho porque lo vi como una gran oportunidad de aportar en algo que a mí me gusta mucho, que es el tema estético. Y pude hacerlo desde el comienzo con una mirada centrada en la dignidad y el confort de las personas que trabajamos aquí”. 

Finalizada esta tarea con éxito, asumió al poco tiempo el cargo de Vicerrectora Académica. Ocupó el cargo desde octubre de 1997 hasta enero de 2006, cuando fue nombrada Vicerrectora de Servicios Académicos por dos periodos consecutivos y luego Vicerrectora de Profesores y Estudiantes. Además, fue parte de los principales órganos de gobierno de la Universidad, de la Clínica Universidad de La Sabana y de la Asociación para la Enseñanza, ASPAEN. 

En el ámbito universitario ya se había destacado como profesora en las universidades del Rosario y de Los Andes. Sin embargo, sus inicios en La Sabana no estuvieron exentos de retos: “fueron muchas horas de estudio, muchas, muchas, porque evidentemente yo no venía del mundo de la academia, de la administración de la academia, aunque puedo decir que sí lo conocía porque yo venía de ser profesora”. 

Su primera tarea fue rediseñar la estructura académica de la Universidad: “Me dediqué al comienzo a conocer lo que había en La Sabana, a entender el proyecto hasta el fondo. Esto fue algo muy bonito porque tuve la oportunidad de entrar a La Sabana acercándome a la almendra de lo que se quería, al espíritu de un proyecto educativo basado en el humanismo cristiano, a saber, qué era lo que se quería y cómo se quería”.  

 

Ospina fue protagonista de iniciativas de desarrollo de la Universidad en diversas áreas, pero especialmente en lo que tiene que ver con la apropiación de la cultura institucional de la Universidad, sobre todo de profesores y directivos. Bajo su tutela se creó el Programa de Semillero para Profesores. Su liderazgo, además, fue fundamental para garantizar la continuidad académica durante el COVID- 19. Sobre esto, Liliana dice que fue justamente el ideario de la Universidad, basado en el humanismo cristiano, lo que la preparó para discernir que lo importante son las personas y no las circunstancias externas. Con esta premisa en mente se implementaron los programas de cuidado para los estudiantes y empleados y sus familias frente a la pandemia desde la parte administrativa, el Instituto de la Familia y la línea amiga de bienestar universitario. 

Obdulio Velásquez reconoció el apoyo de Liliana y el también ex vicerrector, Mauricio Rojas, en el homenaje que se les rindió a ella y a Mauricio Rojas cuando dejaron las vicerrectorías ocuparon por muchos años. Sobre ellos dijo Velásquez: "Muchos años trabajamos juntos en la Universidad y compartimos muchas horas. Este tiempo me permitió varias cosas: Aprender de ellos. Fueron maestros en el trabajo directivo y conocer y calar la gran valía humana, de ambos". 

Su esmero por cuidar el detalle se ha convertido en parte de la cultura de la Universidad y ha hecho que, a juicio de muchos, como Merly Jiménez, secretaria de la Vicerrectoría de Profesores e Investigación y quien acompañó de cerca su labor por varios años, sea una persona con sello Sabana.  

Liliana siempre ha mostrado un interés marcado por la decoración y el orden para hacer de los espacios lugares en los que se pueda vivir a plenitud la dignidad humana. La doctora Liliana le ha dado el toque humano al protocolo en la Universidad para evidenciar mejor el cuidado de las cosas pequeñas en los distintos espacios físicos del campus para bienestar de la persona y la centralidad de valorar los detalles no solo en el entorno, sino en la mentalidad humanista cristiana que implica ser garante de derechos, pero responsable de los deberes. Con su liderazgo se proyectaron espacios como Los Robles, sala contigua al Oratorio, y el Club de profesores en el edificio Ad Portas, entre otros.  

Este interés en lo estético está fundamentado en la dignidad humana y la búsqueda del equilibrio entre la vida, la salud y el estudio: “Nosotros, los seres humanos tenemos una especial dignidad que tiene que estarse alimentando permanentemente. La belleza del campus hace que seamos conscientes inconscientemente, perdóname está antinomia, conscientes inconscientemente de esa trascendencia, de la dignidad que tenemos como seres humanos y de esa dimensión trascendente”.  

Liliana Ospina fue vicerrectora de profesores y estudiantes, “de las personas” dice”. En ese papel se interesó por la formación de la comunidad universitaria en el humanismo cristiano que es el corazón del ideario de la Universidad. En ese frente se esforzó por activar estrategias de acompañamiento personal y académico para los estudiantes de pregrado y posgrado. También, impulsó el escalafón y el plan de formación de profesores y el semillero de profesores, para garantizar la unión institucional y la convergencia del profesional y la persona.  

La apropiación de la Cultura Institucional de la Universidad fue para ella de espacial interés desde 2009. Durante su paso por la Vicerrectoría de Profesores y Estudiantes creó el Core Curriculum: Persona & Cultura, un programa interdisciplinar que busca dar una fundamentación humanista a los estudiantes: “Con Diana Castaño comenzamos a soñar en un programa práctico experiencial que tocara la vida de nuestros estudiantes para que les ellos entendieran que era importante tener una actitud humanista y luego empezamos a esbozar un programa sobre autoestima, donde se sintieran importantes y dignos, solidaridad, relaciones, religión, ética social como la de la bioética y  la ética empresarial. Con esto le íbamos a dar de manera experiencial a nuestros estudiantes un recorrido por lo que iba a ser su vida como persona, su vida en relación con los demás. Su vida trascendente”. 

Sobre la inspiración del Core Curriculum dice: “Desde el comienzo teníamos una idea muy clara sobre qué queríamos con la Universidad de La Sabana. Una universidad en la que la ciencia se cultivará en los más altos niveles […] cuyo ideario fuera el humanismo cristiano. Se basa en la centralidad de la persona humana, en entenderla como el centro de la creación, lo que implica que hay un Creador, y por lo tanto está dotada de una especial dignidad que la llena de derechos, pero también de responsabilidades”.  

El amor manifiesto por su familia ha sido fundamental para construir su visión de un mundo mejor mediado por la educación con amor. Su hijo, Juan Ignacio Guerrero Ospina, es graduado del programa de medicina de La Sabana. Liliana, le entregó el diploma que lo acredita como tal el día de su grado. Hoy, como directora del Instituto de la Familia de la Universidad busca impulsar la labor del Instituto, una unidad académica dedicada a promover la institución familiar, la dignidad y la centralidad de la persona humana, tomando a la familia como núcleo de la sociedad y como ámbito por excelencia para el desarrollo de la persona. 

Liliana Ospina de Guerrero ha, construido un legado de amor por la persona que ha armonizado, desde los pequeños detalles hasta los grandes proyectos, la exigencia intelectual con el respeto por la dignidad humana.