La segunda edición de la “Cita a ciegas con un libro” vuelve a sorprender a los lectores de la Biblioteca

Por Ángela Suárez Orellano

Coordinadora de Promoción de Lectura

Biblioteca Octavio Arizmendi Posada

Por segundo año consecutivo nos propusimos acercar la literatura a la comunidad universitaria a través de la actividad Cita a ciegas con un libro. Envolvimos más de 200 libros dejando tres pistas sobre su contenido y los expusimos durante todo el mes de septiembre. La tarea involucró esfuerzos de la jefatura de Servicios y la coordinación de Promoción de lectura de la Biblioteca durante varias semanas para garantizar que los títulos fueran variados, que incluyeran temáticas para todos los gustos, que los espacios fueran atractivos y que las pistas fueran sugerentes.

Agendamos 222 citas, en dos sedes de la Universidad: el Campus de Chía y la Sede de la Calle 80. Además, organizamos dos encuentros para permitir que los lectores compartieran sus experiencias. Primero nos reunimos en la tarde del 28 de septiembre en la Sala de promoción de lecturas de la Biblioteca, y escuchamos durante tres horas a estudiantes con quienes compartimos unas onces. Días después, el miércoles 3 de octubre, almorzamos con empleados de la Sede de Calle 80. La comida, aunque no es el centro de la actividad, es muy importante, porque aporta el toque de calidez que permite que las personas entren en confianza y se decidan a abrir el corazón y la mente. Así vimos cómo personas que al entrar no eran más que desconocidos entre sí abrazados cada uno a su libro, salían de la reunión “abrazados”, cómplices, e incluso amigos.

Las reacciones han sido tan variadas que es imposible resumirlas, pero aquí compartimos algunas impresiones generales, cuidando la intimidad de los participantes. Muchos reconocieron que no habrían leído un libro como el que les tocó si no hubiera sido así, envuelto y de sorpresa. En ese sentido, la mayoría estaba agradecida porque esta actividad les abrió la puerta a nuevos estilos literarios, nuevos temas y nuevos autores. Algunos manifestaron que dejaron de leer un libro porque no “hicieron clic”, y sacaron otra cita. Otros, aunque no sintieron que hubieran hecho “match” se comprometieron hasta el final y acabaron el libro. También había algunos que “stalkearon” un poco al autor y el contenido del libro, para ver si valía la pena intentarlo. También había quien reconocía que aunque no había terminado el libro, definitivamente “iban a seguir quedando” hasta que lo terminaran o a buscar más cosas del mismo autor.  Y hubo quienes hicieron “cambio de parejas” después de oír que otros habían leído historias que les interesaban. Un gran número de los lectores encontró similitudes entre lo que leían y su vida. La señora que siempre está metiéndose en la vida de los vecinos, el jefe abusivo, el amigo despistado, la mujer enamoradiza, el hombre simplón, personajes de la literatura que también circulan por nuestros caminos y de los que es válido aprender y reírse con ellos, pues uno termina por comprenderlos y quererlos.

Todo esto nos permitió reflexionar sobre cómo nos comportamos cuando conocemos a nuevas personas –en el plano amoroso o no– por ejemplo, si les permitimos contar toda su historia o no, si pedimos antes información de amigos (o redes sociales), y si agendamos nuevas citas con quien nos gusta. O le presentamos a otros amigos con la convicción de que conectarán enseguida. Y sobre la disposición que tenemos para desprendernos de las etiquetas y dejarnos llevar por lo que otros tienen que contarnos, brindándoles nuestro tiempo y un lugar en nuestra vida interior donde habitar.

Esperamos que el próximo año siga creciendo el número de lectores valientes que se animan a desprenderse de sus prejuicios y leer un libro sin ver su portada. Y también a compartir sus lecturas con otros, permitiéndose conocer otras formas de leer el mismo libro, y nuevos libros que esperan ansiosos por ser descubiertos.