Mary Luz Alvarán Chica, amiga de la comunidad universitaria, con su labor como lustradora alegró durante años los días de muchos trabajadores y estudiantes de la Universidad de La Sabana. Quienes la conocieron la describen como una mujer constante, trabajadora, positiva, amorosa por sus hijos y con la firme convicción de sacarlos adelante. 

Mary Luz heredó la caja de lustrar que utilizaba su esposo antes de quedar viuda y con este quehacer aseguró el sostenimiento de sus cinco hijos, de los cuales cuatro ya son mayores de edad. En palabras de la doctora Leonor Botero, directora general de Investigación, quien conoció a Mary Luz, ella fue “una persona siempre agradecida con Dios y con firmeza en la fe, aun en medio de las vicisitudes, de los momentos de dolor o de estados delicados de salud. Para ella, de todo se aprendía, todo la engrandecía. También nos deja la enseñanza de la alegría, de la importancia de tener optimismo todos los días: nunca la oí renegar”.

Siempre contaba su anhelo de tener una casa propia y este sueño lo consiguió, logrando que una fundación le donara una casa en el barrio Santa Cecilia. En su momento, algunos miembros de la comunidad universitaria también hicieron una campaña para apoyar el desarrollo de los arreglos que faltaban.

Mary Luz sentía un gran amor por la comunidad universitaria, por todos sus miembros y, especialmente, por los profesores y las secretarias, a quienes dejó un recuerdo de fortaleza y amor por el servicio.