La sociedad de los memes
La naturaleza humana y su evolución suponen la continua mimetización de las ideas, los hábitos y los valores. Las redes sociales son espacios en los que estos se difunden, a través de contenidos en diversos formatos que, por la emoción que despiertan, influyen en la personalidad de quien los comparte.
¿Te has reído alguna vez con una imagen protagonizada por Willy Wonka, la rana René o John Travolta en una escena de Pulp Fiction? Sabemos que sí. Cualquiera con un perfil en las redes sociales se ha topado con memes que le han causado gracia; además, los ha compartido con sus seguidores para que ellos también se sientan identificados con las ideas que se exponen.
Ese hábito no es fortuito. Según Richard Dawkins, científico que acuñó el término de meme en los años 60, responde a la búsqueda de la evolución, que va más allá del proceso de selección natural propuesto por Charles Darwin. De acuerdo con su teoría, el gen no es el único replicador en la humanidad, también lo es la imitación de ideas, modas o conductas que se transmiten de una persona a otra dentro de una sociedad y que permiten construir la cultura, como lo explica en su libro El gen egoísta.
Esto quiere decir que no se contribuye a la “memetización” de una idea solo cuandos e comparte una imagen o un video divertido en las redes sociales, sino también cuando se adopta un meme e incorpora en los hábitos y la cultura cualquier asunto que se haya adoptado de alguien más: la forma de saludar, vestir o redactar un correo.
“Hay memes útiles y no útiles. Su categorización depende de quién lo recibe y cómo lo percibe. El primero es con el que el receptor se siente identificado y, por tanto, lo comparte. El segundo es el que no genera ninguna afinidad y, por tanto, no se replica”, explica Guido Castro, jefe del Departamento de Administración y Organizaciones de la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas (EICEA), quien se ha dedicado al estudio de los memes dentro de las organizaciones y en procesos de liderazgo.
En las redes sociales aplica esa misma lógica. Solo tiene impacto en el receptor aquel contenido que, por su mensaje, genera identificación con alguna idea preconcebida, algún valor o experiencia. “No considero que los memes tengan el poder de moldear las opiniones de la gente. En cambio, sí reafirman ideas en quien los consume, al notar que alguien más, el creador de ese contenido y todos los que lo compartieron, están de acuerdo con lo mismo”, opina Sergio Roncallo, profesor del Departamento de Comunicación Audiovisual de la Facultad de Comunicación, quien investiga sobre teorías de la comunicación y cultura pop.
“No considero que los memes tengan el poder de moldear las opiniones de la gente. En cambio, sí reafirman ideas en quien los consume”.
Según los profesores, esa identificación no es solo intelectual. La emoción positiva o negativa que despiertan los memes es lo que impulsa a compartirlos. A su vez, la sensación de confianza que surge al notar que una publicación compartida genera interacciones, como “me gusta” y “me encanta”, o provoca comentarios, también motiva la mimetización de esas ideas y produce la misma influencia en los contactos que las reciben.
Así, en las redes sociales lo que cada usuario convierte en meme al adoptarlo y replicarlo tras un proceso de identificación intelectual y emocional atraviesa una intención que define su personalidad, sus creencias y sus valores ante quienes lo siguen.
Optar por mimetizar unos contenidos sobre otros se equipara al proceso de selección que cualquier ser humano hace al momento de construir su identidad: creer en unas cosas, leer sobre otras, hablar sobre esto, relacionarse con aquellos, vestirse de un modo, usar determinadas palabras, adoptar comportamientos o simplemente no hacerlo. Todo ello con la idea de alinear responsablemente quién es la persona en cuestión y cómo desea ser percibida