La ciudadanía mundial, una oportunidad para reflexionar sobre nuestro contexto

Por Ana Dolores Vargas, profesora del Centro de Tecnologías para la Academia

“Como profesores, tenemos el deber y la obligación de formar para la vida a nuestros estudiantes”.

En el 2015, la Unesco publicó el documento Educación para la ciudadanía mundial: temas y objetivos de aprendizaje, que da una orientación general sobre todo lo que implica la educación para la ciudadanía mundial, aspecto que debería ser parte del proceso formativo que desarrollamos para formar a los profesionales de hoy.

Las implicaciones de hablar sobre este tema radican en que la condición como ciudadanos esté dada hacia una comunidad mundial, para promover una gran interrelación de conocimientos. Esto supone, también, un sentido de pertenencia aplicable a ámbitos políticos, sociales, económicos y tecnológicos.

El principal reto es que los estudiantes evidencien las problemáticas mundiales y, a su vez, sean conscientes de los efectos de estas sobre su entorno cercano. Hay dos ejemplos importantes aquí. La basura tecnológica es producida en su gran mayoría por países del continente europeo, además de China y Estados Unidos. Aunque es prioritario utilizar mecanismos ecológicamente eficaces para eliminar los desechos, en países en vía de desarrollo, como Ghana, cientos de familias viven del reciclaje de estos elementos. En Colombia, ¿qué se hace al respecto? ¿Hay una cultura de reciclaje? ¿Qué pasa con los celulares que ya no se utilizan? Este tipo de reflexiones son las que deben generarse en el aula.

Por otra parte, nuestro país afronta dos conflictos complejos: uno es el bélico, el que tenemos en este momento con los grupos armados como el ELN, y con el cual hemos vivido muchas décadas. El otro es el generado por la cultura violenta, que es muy difícil cambiar. El colombiano suele estar a la defensiva, lo que impide solucionar los conflictos de manera pacífica, con efectos evidentes en las problemáticas sociales, culturales y económicas diarias, y que vemos por los medios de comunicación o las redes sociales. Hemos estado constantemente permeados por esta actitud.

El problema cultural al que me refiero implica directamente la formación del ser. Y como compromiso de toda la sociedad, debe transformarse esa cultura violenta que nos caracteriza y que permea las costumbres y tradiciones que se tienen. ¿Cómo estoy contribuyendo a que los conflictos se solucionen? ¿Cómo es la cultura cercana para solucionar un conflicto? ¿La violencia cultural me afecta? Si me agreden, ¿cómo respondo? Debemos ver el conflicto como una oportunidad de aprendizaje, escucha, reflexión y acción. Sobre estos aspectos, debemos fomentar un análisis.

Como profesores, tenemos el deber y la obligación de formar para la vida a nuestros estudiantes, reflejarles ese mismo contexto, es decir, explicarles que la ciudadanía mundial afecta todo su diario vivir y, por ende, a todo el país, así como nuestra manera de vivir y convivir. Hay que mostrarles a ellos las necesidades y problemáticas reales que giran en torno a su realidad y que afectan el área profesional en la cual se están formando.