Panel 12: Educación y Sociedad
Que una Facultad de Educación se pregunte por qué hace lo que hace y si lo puede hacer de otra manera es reconfortante. Pero que una Facultad de Educación provoque y permita que sus maestros se miren al espejo de sus estudiantes y publiquen sus encuentros, ya no sólo es reconfortante, sino es esperanzador. Desde las conductas sexuales de los adolescentes, pasando por los exámenes de Estado y las competencias comunicativas de los estudiantes, hasta llegar al efluvio mágico del dinero y la deserción estudiantil en las universidades; la Facultad de Educación ha indagado con diestro y suave escalpelo ¿qué podría hacer que no está haciendo y qué podría decirle al sector que no se ha dicho? Algunas investigaciones presas más que otras de una cierta compulsión por dar cuenta del estado del arte, todas, sin embargo, entregan sus asombros en forma de cuadros o de párrafos contundentes, o mejor aún de preguntas poderosas, después eso si, de la ardua tarea de haber mirado y sopesado las teorías y sus conjuntos. Para nadie es un misterio que en la agenda de las naciones la educación, por fin, tiene un puesto de privilegio después de tantas décadas de invisible presencia. Y sería lamentable que quienes hemos ofrendado nuestro mortal destino al noble oficio de la educación, no tomáramos la delantera en el debate y no señaláramos con claridad cuánto de empresa tiene la educación y cuánto no, y cuánto mercanchifle agazapado de improvisado educador, ha mancillado el noble oficio y se ha lucrado sin dejar el más mínimo rastro en el alma de sus discípulos. Eso para no mencionar que es harto frecuente convocar a los congresos de educación a doctos investigadores que hace tiempo no entran a un salón de clase. Jornadas como ésta tienen la mansa pero indeclinable vocación de salirles al paso. Y de crear comunidad académica, o lo que es lo mismo, un sistema de vasos comunicantes que nos den fuerza los unos a los otros. Es menester continuar con las preguntas. Es menester seguir indagando en el aula y fuera del aula nuestras prácticas. Es menester no darnos sosiego y estirar esta jornada en las que están por venir, de lo contrario el esfuerzo podría haber sido en vano.