Prevención en casa: el acoso escolar
De acuerdo con la investigación Cyberbullying: tackling the silent enemy, en la cual participaron 1.355 estudiantes de quinto de primaria, con edades entre los 9 y los 12 años, se reportó que los estudiantes conocían a compañeros que habían sido víctimas de acoso cibernético y que, muchos de ellos, habían estado expuestos a agresiones constantes.
Dichas agresiones tuvieron lugar sobre todo en contextos físicos, como en el colegio (en horas de recreo y de clase), en los autobuses escolares y en las redes sociales. También se encontró que muchos tomaron el rol de observador/espectador en dichas agresiones.
Liliana Cuesta Medina y Cristina Hennig, profesoras de la Facultad de Educación y autoras de la investigación, sostienen que dentro de las consecuencias del acoso escolar para los niños se encuentran la baja autoestima, la incapacidad para relacionarse y establecer vínculos afectivos con las personas, el aumento de los niveles de ansiedad, la pérdida de interés y de motivación personal y académica, la disminución de la autoconfianza y, en casos más complejos, el suicidio.
Además, los participantes informaron que estos fenómenos pueden generar sentimientos negativos (como tristeza, miedo, dolor, insensibilidad, inseguridad y subvaloración) y provocar trastornos como la depresión. En caso de que el niño sea víctima, Victoria Cabrera, profesora del Instituto de La Familia, explica que los padres de familia deben darle la confianza al niño para que él pueda contarles: “Darle fortaleza, seguridad y tranquilidad para que él pueda defenderse, sin ofender”. Sin embargo, si son niños muy pequeños, es importante hablar con los otros padres de familia para que puedan participar en el proceso y solucionarlo conjuntamente.
Según el estudio, los participantes fueron ‘intimidados’ principalmente por la apariencia física, especialmente con referencia al tamaño. Sin embargo, también se identificaron casos en los que fueron acosados sin un motivo aparente. Además, ningún participante se identificó a sí mismo como un acosador. En caso de que el hijo sea el victimario, los padres del niño deben saber aceptarlo, porque muchas veces no lo creen posible. La profesora Victoria Cabrera menciona que los padres deben corregir ese tipo de conductas: “No deben aceptar las excusas y tampoco validar nunca un comportamiento de agresión de su hijo contra otro”.
En ambas situaciones, los padres de familia llegan a considerar como una solución cambiar a su hijo de colegio, pero para la profesora del Instituto de La Familia esa no siempre es la mejor alternativa, pues la idea no es cambiar el problema de colegio, sino saber escuchar al niño, trabajar en su autoestima y ayudarlo a que enfrente esas dificultades por sí solo. Frente a las estrategias para resolver las situaciones de acoso escolar, la investigadora Liliana Cuesta dice que, en primer lugar, debe existir una concientización y sensibilización por parte de la comunidad educativa frente a las consecuencias del bullying escolar, para así emprender campañas de prevención constante en el aula y fuera de ella.
“Esta labor no debe suscribirse ni a los docentes ni a los padres ni a los orientadores escolares, sino ser extensiva a todas las personas con las que los estudiantes interactúan a diario”, señaló Liliana Cuesta.
Para prevenir estas situaciones desde la casa, la profesora Victoria Cabrera recomienda que no se promueva nunca la violencia desde el hogar, ni siquiera por molestar o en broma. “Ni aceptes comportamientos violentos en tu familia ni los minimices, para que tampoco se transfieran a las relaciones escolares o sociales del niño. Tampoco en edades más avanzadas o en contextos laborales, y menos en la consolidación de una relación de pareja y una familia”.