En Colombia se le llama “adulto mayor” a aquella persona que tiene más de 60 años. El 29.2 % de quienes superan esa edad reside en hogares de dos personas y, el 14.2 %, vive solo, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Estas cifras muestran la ausencia de la red familiar en la vida de estas personas. Belvy Sánchez, profesora de la Maestría en Asesoría Familiar y Gestión de Programas para la Familia del Instituto de La Familia, ha consultado varias investigaciones acerca del adulto mayor y explica que, al no existir dicha red de apoyo, las personas que pasan por este proceso de envejecimiento llegarían a sentir que su vida no vale, que nadie los ama e, incluso, que son un estorbo.
En el caso de que el adulto mayor no se sienta parte de una familia o acogido por esta, se le complicará más sobrellevar de una manera adecuada esta etapa de la vida. Además, para muchos, la situación del último año volvió más crítico el panorama, pues la salud mental de los adultos mayores se vio afectada por la pandemia del COVID-19. La soledad, el encierro y los cambios en las actividades sacudieron en gran medida a esta población. Según el Ministerio de Salud y Protección Social, el 41 % de los adultos mayores en el país reportó síntomas depresivos.
Frente al tema, la profesora Sánchez explica que, en estas condiciones, la relevancia consiste en “Mantener una rutina diaria, con las mismas actividades del adulto que le han correspondido durante toda su vida: tender la cama, asearse, ayudar en pequeños oficios de la casa y, en algunos casos, llevar las cuentas”. Además, deben incluirse actividades de ocio y recreación, que ayuden a su estado de ánimo: leer libros, ver películas, jugar juegos de mesa, y compartir tiempo con amigos y familiares (cumpliendo las normas de bioseguridad).
El papel activo de la familia en dichas actividades permite colaborar con el adulto mayor y evita que este se sienta una carga. Además, “Los miembros de la familia están llamados a proveer un ambiente de acogida, respeto, paciencia y tolerancia”, dice la investigadora. Buscar esos espacios para escucharlos o sacar el tiempo del trabajo diario son formas de demostrar el acompañamiento y el apoyo que necesitan.
En ese sentido, Belvy Sánchez resalta el papel del adulto mayor en la familia. “Aportan en gran medida a la formación y el desarrollo de todos los miembros de la familia. Acompañan la educación inicial de los niños y, a lo largo de toda de su etapa, ayudan a afianzar los vínculos afectivos y educativos. Son una figura de respeto, pero, al mismo tiempo, de cariño y amor incondicional”.