La educación continua y su interacción con las organizaciones
Por Gonzalo Rodríguez Rodríguez, director de Educación Continua en el Instituto Forum.
Los tiempos de respuesta entre el desarrollo tecnológico y las competencias demandadas por las organizaciones no tienen la misma velocidad. Ello se debe a que el desarrollo tecnológico avanzade manera exponencial, mientras las organizaciones piensan de forma lineal, generando brechas de competencias y capacidades. Tal situación se observa con el impacto de la cuarta revolución industrial, la transformación digital de las organizaciones, sus habilitadores y las competencias requeridas en el presente y el futuro del trabajo.
Así, esta brecha constituye un gran reto para las universidades, en todas sus unidades. Las unidades de educación continua están llamadas a actuar rápidamente y a ofrecer formación que genere competencias integrales, y dinámicas que atiendan los requerimientos de estas organizaciones en su proceso de transformación.
La educación continua en las universidades tiene sus propias características: (1) flexibilidad, lo cual significa que puede ajustarse rápidamente a las necesidades de todo tipo de organizaciones. Además, está libre de la (2) formalidad, necesaria en otros niveles de formación, conservando la rigurosidad en su calidad. También está la (3) adaptación modular a los requerimientos personales y organizacionales, pues la educación puede ofrecerse de manera abierta y también dirigida específicamente a una organización.
De esta forma, se destaca la relevancia del vínculo que debe existir entre la educación continua y el sector productivo, entendiendo los beneficios que de allí se derivan. La organización desarrolla competencias (que no se inician desde cero, pues hay una experiencia real) y la educación continua genera rápidamente productos académicos, como cursos, seminarios, conferencias, módulos, diplomados y certificaciones, que atienden las competencias demandadas.
En la construcción de estas propuestas, la educación continua tiene en cuenta algunos referentes: las publicaciones del Foro Económico Mundial, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), las tendencias en competencias laborales emitidas por consultoras reconocidas, las redes de profesionales, los estudios de gremios acerca de necesidades sectoriales, los requerimientos de las organizaciones públicas o privadas, las publicaciones de las universidades y algunas otras fuentes.
También, la educación continua considera los cambios del mercado y la competencia global ejercida por universidades, plataformas, escuelas de formación y otros espacios, que desarrollan diferentes tipos de programas de acceso y calidad en diferentes modalidades.
Así mismo, ofrece formación abierta y específica para el sector empresarial, en el cual es imperativo establecer vínculos con la empresa que apoya su desarrollo. Entre estos, se pueden contar: la formación a la medida, el respaldo académico integral, el desarrollo de las universidades corporativas, el apoyo para el desarrollo de planes de carrera y los planes estratégicos de capacitación.
Esta perspectiva obliga a que la educación continua se convierta en un interlocutora de primera mano, que entienda las necesidades de las organizaciones, y desarrolle propuestas ajustadas a las ofertas académicas y al aseguramiento de los resultados previstos de aprendizaje (RPA).
Para cumplir ese propósito, se deben generar espacios de diálogo empresarial con el sector productivo, identificando las necesidades de la industria, sus tendencias y el enfoque de los proyectos de forma proactiva, de manera que anticipemos las necesidades y las competencias exigidas en cada una de ellas, y propongamos contenidos innovadores.
Las unidades de educación continua están llamadas a actuar rápidamente y a ofrecer formación que genere competencias integrales.
Estas propuestas exitosas exigen un método rápido que valide la pertinencia:
1. Se inicia con un diagnóstico de los grupos objetivo a los cuales se pretende llevar la formación, con el apoyo de la misma empresa.
2. Luego, sigue el diseño de un programa con el apoyo de profesores, expertos y directivos, considerando las últimas tecnologías y tendencias de formación, así como el aseguramiento del aprendizaje.
3. Después viene la ejecución de la formación, que consiste en llevar a la realidad el contenido, con la interacción del profesor, el alumno, las tecnologías, los recursos y el contexto real, como artífices fundamentales.
4. Y, finalmente, la evaluación y la realimentación, que permiten validar el impacto real en el desarrollo de la competitividad organizacional y el aporte para generar valor en la sociedad.
Como podemos ver, la educación continua tiene un gran futuro y se convierte en un actor fundamental que impulsa el relacionamiento y la sostenibilidad, procurando responder de una manera ágil a las cambiantes necesidades de las organizaciones y al desarrollo de las competencias demandadas en el cambiante mundo digital.