Misión Comfort 2019: "la mejor experiencia de nuestras vidas"

Los 10 voluntarios de la Facultad de Enfermería y Rehabilitación que participaron en la Misión Comfort 2019 definieron esta experiencia como la mejor de sus vidas, un tiempo para crecer profesional y personalmente, un espacio para desarrollar y afinar diferentes competencias y, además, para practicar la segunda lengua.

La Promesa Duradera, como también se le conoce a la Misión, fue desarrollada por la Embajada de los Estados Unidos y su nombre se deriva del buque donde se movilizan: Comfort. El objetivo es prestar ayuda humanitaria y atención médica en diferentes partes del mundo.

Entre el 18 y el 27 de agosto, el turno lo tuvo Colombia, especialmente, la ciudad de Santa Marta. Hasta allí llegaron 7.469 pacientes de la capital del Magdalena, de regiones aledañas y de Venezuela. La atención se prestó en el buque, en el Coliseo Mayor y en el colegio INEM Simón Bolívar. En estos espacios, de acuerdo con las cifras de la Embajada de los Estados Unidos, atendieron a 2.741 pacientes de optometría, 866 de odontología, 138 procesos quirúrgicos, 3.724 pacientes pediátricos y a sus familias; también se realizaron intervenciones en fisioterapia.

El rol de los voluntarios, que en total fueron 80 (de los cuales 60 prestaron atención terrestre y 20 en el buque), consistía en ser puentes de comunicación entre el personal médico y los pacientes. Debían traducir todas las conversaciones y consultas y, además, explicar la situación de la mejor manera. “Teníamos una responsabilidad muy grande, pues entender el vocabulario técnico y después explicarlo, aplicando los conocimientos en la disciplina, era un reto. Si cometíamos un error, podíamos confundir al paciente y afectar su salud”, comenta Johanna Lara, estudiante de noveno semestre de Enfermería. Sin embargo, en muchas ocasiones, los dejaban ejercer como tal la profesión, orientar al paciente y hacer pequeños procedimientos.

De la Facultad, participaron la profesora Margareth Alfonso y los estudiantes Catalina Rey, Ana Calza, Alejandro Ruiz, Camila Acevedo, Johanna Torres, Natalia Quevedo, Paula Luna, Camila Gahona y Juan Diego Parra.

El traslado fue por parte de la Fuerza Aérea Colombiana y, al llegar al lugar, estaban llenos de incertidumbre, pues no sabían a ciencia cierta cuál sería su rol.

Al iniciar cada día, ellos escogían en qué especialidad querían rotar; por eso, todos volvieron con experiencias de servicio diferentes, pero en su totalidad muy gratificantes. Entre ellas, podemos resaltar las siguientes: tres cirugías exitosas a hermanos que tenían paladar hendido, una reconstrucción de cuello en la que el paciente duró toda la semana en la Unidad de Cuidados Intensivos del buque, la atención a un niño con parálisis cerebral, un servicio de pediatría a un niño que caminó durante tres días para recibir cuidado médico, entre otras. Todos los pacientes, al finalizar, salían con una sonrisa de agradecimiento. En el caso de pediatría, Camila resalta: “verlos ansiosos y con miedo, y al final ver sus pequeñas caritas de felicidad, hacía que todo valiera la pena”.