Una panadería y pastelería francesa que enaltece el oficio artesanal

El amor impulsó a Katalina Becerra, graduada del programa de Gastronomía, a crear su empresa L’atelier Kar-Arno, una panadería y pastelería francesa, 100 % artesanal.

Una colombiana y un francés absolutamente enamorado de Colombia fueron la unión y la inspiración para crear L’atelier Kar-Arno, un emprendimiento que nació como un sueño y que ahora es una realidad convertida en panadería y pastelería. Este camino se inició cuando Katalina conoció a Arnaud, su esposo, quien la invitó por primera vez a París para que ella se enamorara y conociera esa cultura que él anhelaba plasmar en nuestro país. Allá, Katalina amplió sus conocimientos y habilidades, fortaleciendo su formación en pastelería francesa y gerencia de panaderías.

Al retornar a Colombia, Katalina y su esposo se ubicaron en Chía y decidieron iniciar uno de los proyectos más grandes e importantes de sus vidas. Desde el comienzo, era notorio que sería una panadería y pastelería con un “savoir faire”, con el que ambos maestros de la cocina demostrarían su calidad y potencial. En medio de la búsqueda de ese factor diferencial y de un componente trascendental, se esforzaron por obtener un ambiente sostenible: el apoyo a productos locales, a la naturaleza y al poder de la comunidad.

“Estoy convencida de que la comida tiene un poder sociocultural gigante, que mueve a las personas y genera ideas de cambio”, comenta la graduada. De esta idea, surge L’atelier Kar-Arno, la pastelería y panadería francesa encargada de vender alimentos, y de promover y enseñar la cultura del buen pan y la buena comida, aquella que sale de la tierra y de las manos agricultoras, sin pesticidas o mejoradores. Con la idea de crecer, ahora en su panadería también distribuyen quesos, charcutería, mermeladas, chocolates y más.

La palabra francesa atelier signifi ca “taller”, un concepto que nace con la fi nalidad de enaltecer el artesanado y todas sus virtudes. Katalina y Arnaud coinciden día a día con artesanos que los conmueven e inspiran por su calidad y mentalidad; esa inspiración los ha llevado a pensar en grande. El objetivo a corto plazo es que su panadería sea un espacio donde los artesanos sean valorados y trabajen mano a mano, en pro de un mundo más justo y sano.

Las pasiones de Katalina son disfrutar del trabajo que elabora con sus propias manos, de sus ideas, de su esposo, de su comunidad y de la satisfacción de sus clientes. En ella, está grabado el orgullo de crear productos que enaltecen los sabores y equilibran las texturas para que cada comida sea una experiencia diferente. “Sentimos una felicidad inmensa cuando le explicamos al comensal todo el proceso; él prueba y se va feliz”.

Para Katalina, la Universidad de La Sabana fue su punto de partida, siendo una institución que aportó en su formación integral y le permitió conocer la diversidad de este conocimiento y del ofi cio ancestral; gracias a eso, comprendió que la comida no es solo un negocio, sino un modo de vida. Hoy, esa es la formación que aporta a su emprendimiento y que le ayuda a su empresa a destacar.

Es común hablar de las dificultades para emprender, pero se necesita conversar sobre la gratificación y la pasión que esto genera. Un consejo que le brinda Katalina a todos los que busquen emprender es trabajar en conjunto, en comunidad: “Solos vamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos”.

Sus colores, su esencia y el olor de sus productos recién horneados atraen a kilómetros de distancia. Sin duda, es una panadería y pastelería ¡de película!.