La calidad humana, clave en el vínculo del médico con el paciente y su familia
Lina Saucedo, graduada de la Especialización en Medicina Crítica y Cuidado Intensivo, cuenta cuáles son los aprendizajes que le ha dejado el ejercicio de su profesión durante los últimos 20 años en la Fundación Clínica Shaio de Bogotá.
Lina afirma que la vida se teje a punta de decisiones y, las que ella ha tomado a lo largo de su carrera como médica, la han conducido a explorar una profesión dinámica, versátil y llena de impacto sobre la vida de las personas.
La primera decisión que tomó fue replantear sus sueños de niña, pues quería estudiar veterinaria. Desde pequeña, tenía una alta sensibilidad por la idea de salvar vidas y, para entonces, se imaginaba rescatando animales. Sin embargo, encontró atractiva la opción de trabajar en el entorno hospitalario, con el cual se había familiarizado gracias a su mamá, quien es fisioterapeuta, y a su abuela, quien era enfermera. “Ambos intereses se juntaron y, teniendo 17 años, quise estudiar medicina. Hoy, veo que no me equivoqué, porque he podido ser muy feliz haciendo lo que hago. Si tuviera que escoger una vez más a la medicina como mi carrera, lo haría. Me ha llenado completamente”, afirma.
Esa decisión la llevó a viajar a Bogotá desde Cali, su ciudad de origen, para aventurarse a estudiar la carrera de pregrado en una institución educativa. Poco tiempo después, en el año 2000, como parte de su pasantía, ingresó por primera vez a la que ha sido su casa a lo largo de su trayectoria profesional hasta el momento.
La Fundación Clínica Shaio la acogió cuando era solo una estudiante; luego, volvió como interna, ejerció como médica general y, actualmente, trabaja como médica intensivista. Se dedica a ofrecer soporte nutricional a todos los pacientes que presentan dificultades para alimentarse. Su función es garantizar la nutrición, por sonda o vena, de todos los pacientes de la Fundación que no pueden comer por cuenta de su estado clínico. La mayoría de ellos se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Su labor en esa Unidad se dio como resultado de otra decisión que marcó su destino profesional: cursó la Especialización en Medicina Crítica y Cuidado Intensivo de la Universidad de La Sabana. Cuando estaba lista para estudiar su posgrado, empezó a evaluar qué había disfrutado hasta ese momento de su carrera como médica. Se dio cuenta de que le agradaba la idea de tener un rol que le permitiera atender diversos casos de personas, para mantener una jornada dinámica. “En Cuidados Intensivos, están los pacientes en estado más grave. Con ellos, es necesario tomar decisiones rápidas y actuar eficientemente para ver resultados en el corto plazo. Eso me gusta mucho”, señala la graduada.
Además, de acuerdo con Lina, uno de los atractivos de su rol es que le demanda la capacidad de abordar casos que atañen a especialistas de diversos enfoques. “Se ven muchas patologías, lo cual implica estar hablando con los demás profesionales para tomar decisiones que permitan mantener al paciente estable y sacarlo adelante”, explica.
Así, en su programa de posgrado no solo aprendió los protocolos y las técnicas de atención de los pacientes, sino que se formó en algo que valora como más importante: “No es solo saber hacer, sino el saber ser. No se trata nada más de salvar al paciente, sino de cómo enfrentarnos a ellos cuando están en un estado de salud muy grave, de darles las noticias a los familiares diciéndoles que las cosas van bien o mal. Eso exige sensibilidad, empatía y respeto por parte del médico. Todo eso también se aprende con la Especialización”, destaca.
Su interés por servir a las familias de sus pacientes la llevó a explorar una de las áreas de la medicina intensivista que, según cuenta, es la que con frecuencia genera dudas cuando los familiares tienen a alguien cercano en la Clínica. “A los familiares siempre les preocupa si el paciente ya puede comer y qué puede comer, entonces agradecen mucho la labor de quienes hacemos soporte nutricional porque podemos explicarles lo que el médico tratante a veces no puede, por cuestión de tiempo. Les hablamos del plan de alimentación y eso les da mucha tranquilidad, lo cual es bastante satisfactorio para mí”, dice la graduada.
Algo que también es muy grato para Lina es poder ser apoyo para los pacientes que se encuentran en estado crítico. “En estos años de experiencia profesional, he visto casos tan impactantes que parecen milagros: pacientes que debieron haber muerto y que se salvan. Ellos nos hacen pensar: ‘menos mal estuvimos ahí para no tirar la toalla y seguir apoyando’. Esos son los casos que nos quedan grabados”, recuerda.