Graduados y maestros que dejan huella con su arte
“Yo soy acuarelista”, dijo Carlos Padilla mientras celebraba en brazos de sus amigos la primera venta de alguna obra suya, cuando apenas cursaba el primer semestre de la Licenciatura de Bellas Artes en la Universidad. “Era 1981 y el Dr. Octavio Arizmendi Posada, quien era rector de La Sabana en esa época, compró una de mis primeras pinturas en una subasta. Pagó 4 mil pesos por ella”, lo cual era casi un sueldo mínimo durante ese año. “Fue el mejor reconocimiento que pudo hacerle a mi trabajo”, asegura el Alumni y ganador del Primer Salón Nacional Acuarela, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas, en 1996.
Aquellos recuerdos vienen a la memoria de Carlos mientras posa ante la cámara de un estudiante de la Universidad, junto a su pintura “Mente dividida”, en la inauguración de la exposición artística 8gX5m. En ese evento, que se dio el 28 de marzo, confluyó su obra por primera vez, con la de otros 7 graduados y 5 profesores que también hicieron parte de los últimos 40 años de historia de la Facultad de Educación. Todos ellos se formaron o instruyeron a profesionales del arte y la docencia, en los programas de Técnico en Enseñanza de las Artes (1976-1980), Licenciatura en Bellas Artes (1980-1985) y Licenciatura en Artes Plásticas (1985-2005).
Con sus pinturas y esculturas, el primer piso del Edificio K se convirtió en una galería de arte del más alto nivel, en la que se busca “presentar una pluralidad de trabajos, donde el pigmento, el material, el espacio, la forma y los temas le dieran riqueza a la muestra”, de acuerdo con su curadora, Alumni y ex miembro del equipo de profesores de la Facultad de Educación, Olga Lucía Olaya.
Ese espacio, que sirve para reconocer a quienes han dedicado su vida a la enseñanza del arte, se convirtió también en un albergue de memorias protagonizadas por aquellos artistas distinguidos a nivel nacional e internacional. “Nos enorgullece ver la riqueza de esta exposición y saber que, como Universidad, contribuimos parcialmente en el proceso formativo de los artistas que en ella participan”, señala el rector de la Universidad, Obdulio Velásquez Posada.
La Sabana, su primer taller de arte
“Me emocioné mucho cuando me llamaron para exponer mi obra. Volver con mi trabajo me hace ver que dejé semillas en la Universidad”, asegura María Nelly Rojas, quien hace diez años hacía parte del equipo de profesores de la Facultad de Educación y quien expone su obra “Emitir - Recibir”, conformada por 9 dibujos a lápiz.
Algunos graduados no habían regresado a la Universidad en 20 años. Es el caso de Dora Emiliana Bernal, escultora graduada de la Licenciatura en Bellas Artes, quien asegura que volver le deja una sensación de “plenitud, porque me siento agradecida con La Sabana por cómo fui formada, con rigurosidad y constancia”. Además, reencontrarse con sus compañeros le genera el presentimiento de que “va a surgir algo muy importante, puede que se trate de una gran amistad o del inicio de una manifestación artística que optemos por hacer en conjunto”.
Así también lo cree Gustavo Suescún, quien se graduó de la misma licenciatura en 1986. Mientras recuerda que fue en La Sabana donde se enamoró de la enseñanza del arte, lo que cataloga como el “sentido de su vida”, asegura que “haber regresado a mi casa y reencontrarme con mis compañeros constituye el inicio de una nueva etapa en mi vida. A partir de hoy empezaré a trabajar más en mi obra porque acabo de recordar todos los sueños que tenía en mis inicios”.