Fundación Fruto Bendito: por niños amados y adultos más sanos

Camila Cooper no podía imaginar el impacto que tendría una simple publicación en el periódico, tanto en su vida, como en la de miles de familias en Colombia. Corría el año 2011 cuando cursaba su práctica profesional para optar por el título de Comunicadora Social y Periodista en La Sabana. Residía en la ciudad de Londres y, en un viaje en el metro, leyó, en un periódico de la BBC, la historia de unas cunas de cartón que recibía cada niño finlandés después de su nacimiento. “Decía que las familias las esperaban con mucho anhelo y eso quedó por ahí, en una puertita de mi inconsciente, guardado”, recuerda la graduada.

Años después, volvió a recordar esas cunas tras un hecho que dio un giro a su vida. Por varios días, se enfrentó la difícil situación de ver a su primer hijo, Gabriel, ser atendido en la Unidad de Cuidados Intermedios por cuenta de una deshidratación. Según cuenta, no tenía información suficiente sobre cómo lactar al pequeño cuando nació, lo que lo llevó a una complicación de salud que “era cuestión de vida o muerte, lo que para uno de papá es como el fin del mundo”, señala.

En esa situación, recuerda que echó de menos la empatía del personal médico, lo que la hizo cuestionarse sobre las realidades de las familias con menores recursos. “Nosotros estábamos en un servicio privado. Si así nos trataban a nosotros, ¿cómo tratan a una familia que no tiene ninguno de estos privilegios?”, se preguntaba. Cuando Gabriel superó esa crisis, empezó a sentir que tenía el deber de ayudar a otros para que no pasaran por una circunstancia similar. “Siempre tuve una vena de trabajar por el otro, de servir. De hecho, mientras era estudiante me encantaba el trabajo que se hacía en la Universidad con Misión Sabana”, recuerda la graduada.

Por eso, meses después, tomó la decisión: crearía una fundación para cerrar una brecha social y llevar un mensaje de prevención con base en el amor. Pensó en que esa bandera permitiría evitar dificultades en la salud de los niños desde la etapa de gestación, así como favorecer la salud mental y la inclusión aportando a las padres herramientas para la crianza.

Justo cuando buscaba inspiración para definir cuál podría ser la iniciativa ideal para llevar ese mensaje de amor, vio una publicación en Facebook con relación a las cunas finlandesas. “¡Esto es lo que voy a hacer! Hay que hablar de un tema de prevención desde el embarazo”, dijo Camila con ilusión. Su idea era construir unas cunas de cartón que pudiesen ser fáciles de armar, que pudieran llegar a las manos de familias que las necesitaran y que ese producto fuese la excusa perfecta para ofrecerles talleres centrados en 6 pilares: parto humanizado y embarazo consciente; sueño seguro, lactancia materna a libre demanda, crianza positiva, proyecto familiar e inclusión.

“El mensaje más grande que nosotros queremos llevar es que un niño amado va a ser un adolescente que se ama, va a ser un adulto que ama. En cambio, un niño maltratado va a ser un adolescente que maltrata. Es una fórmula verídica, así que la única forma de cambiarlo es invirtiendo amor desde el nacimiento”, explica Camila, para hablar del propósito de la Fundación, en la que se puso a trabajar de inmediato.

Semanas más tarde, el 25 de diciembre de 2016, hicieron por primera vez una entrega de 54 cunas a madres beneficiarias de la Fundación Plan Canguro en Medellín. Ese fue el primer hito que marcó el nacimiento del programa Cunas con Amor, “con el que hemos entregado más de 10.000 cunas en toda Colombia, trabajando con líderes y lideresas para llegar a la comunidad, para atender a personas en situación de vulnerabilidad”, cuenta la emprendedora.

Su camino en esta Fundación ha estado marcado por lo que, dice, aprendió en sus clases de comunicación para el desarrollo en su paso por la Universidad: “desarrollamos comunidades por medio de un producto y nos comprometemos con ellas de corazón”, asegura Camila, quien es también Magíster en Asesoría Familiar y Gestión para la Familia de la Universidad de La Sabana.

Además de la contribución social que hacen estas cunas, también generan un impacto ambiental, en la medida en que están elaboradas con materiales amigables, como cartón corrugado y tintas orgánicas. Asimismo, este programa genera un impacto económico, puesto que las cunas están a la venta, a través de un programa llamado Familias Eco, que consiste en que, cuando una persona compra una cuna, la Fundación puede donar una igual a alguien que la necesite.

Este modelo innovador ha recibido numerosos reconocimientos desde su lanzamiento. Además de haber sido ganadores de la Generación CEIS de la Universidad de La Sabana en 2017, han obtenido reconocimientos internacionales como Premios Verdes, en 2022 y el Latin American Leaders Award en 2023.