Fundación Caminos Conectando Sueños: empoderando a la juventud

María Paula Neira y Laura Duarte, graduadas de Economía y Finanzas Internacionales en la Universidad de La Sabana cuentan la historia de la Fundación Caminos Conectando Sueños.

Desde muy jóvenes, tuvieron la inquietud de contribuir a un cambio social. Eso fue lo que llevó a María Paula Neira y Laura Duarte a estudiar Economía y Finanzas Internacionales en la Universidad de La Sabana. “Recuerdo mucho mi primera clase: la profesora nos contó que ella había estudiado esta carrera porque permitía hacer más grande ‘la torta’ para todos y asignar bien los recursos”, recuerda Laura, frente a los primeros días cursando el programa del que se graduó en 2018. “En ese momento, pensé que si esto tenía que ver con el tema social, yo estaba en el lugar correcto”, concluye.

Ese interés en común llevó a que, desde su vida académica, ambas graduadas dedicaran parte de su tiempo libre a apoyar causas sociales, en compañía de otros amigos. Para entonces, servían como voluntarios a una fundación que atendía a niños de todas las edades. Su tarea era sacar adelante, cada año, el evento de navidad en el que estos menores recibían regalos que resultaban de donaciones. “Pero rápidamente nos dimos cuenta de que no queríamos ser asistencialistas, queríamos aportar más. Por eso, empezamos a hacer charlas, talleres, tareas con los niños y viajes”, cuenta María Paula.

Toda esa experiencia fue clave para que, en 2018, estas economistas se animaran a crear su propia fundación, hoy conocida como la Fundación Caminos Conectando Sueños. Esta organización sin ánimo de lucro busca contribuir a diferentes fundaciones que se dedican al desarrollo de adolescentes en situación de vulnerabilidad. “Queremos generar conciencia en torno a que la juventud es una etapa muy importante en la vida de un ser humano, particularmente cuando presenta situaciones de riesgo. Es un momento crítico en el que, después de haber recibido todo el acompañamiento en su infancia, la persona debe tomar decisiones de vida, que lo pueden llevar a dos caminos: o a un futuro próspero, o a  volver al círculo de pobreza o violencia en el que creció”, señala María Paula.

Es por esa convicción que la misión de esta fundación es apoyar a estos jóvenes a que construyan su proyecto de vida, recibiendo herramientas para su desarrollo personal y familiar. “Queremos generar un impacto a largo plazo. Creemos que darles cosas a las personas puede hacer que se acostumbren a depender de esas ayudas, y que ese es uno de los factores que perpetúa la pobreza”, explica Laura.

En ese sentido, para ayudar a estos jóvenes a identificar sus habilidades y motivarlos a cursar una carrera que les permita encontrar su propio desarrollo personal, profesional y económico; una de las acciones que han implementado ha sido liderar un programa de Mentorías. Durante dos años, la primera cohorte, compuesta por un grupo de 20 jóvenes, recibió acompañamiento por parte de voluntarios provenientes de diferentes regiones de Colombia, España y Estados Unidos. Su aporte fue ofrecer orientación vocacional y ayuda para que estos adolescentes hallaran el sentido de su vida. “Buscamos que estos chicos se den cuenta de que no importa el entorno. Si ellos se organizan y están motivados, pueden lograr lo que deseen”, concluye María Paula. 

De los participantes, 9 culminaron con éxito el programa y, como reconocimiento, tuvieron la oportunidad de viajar a conocer el mar y las ballenas en Bahía Malaga, Valle del Cauca. “Algo que nos parece importante es poderles inculcar a los jóvenes y sus familias que cualquier beneficio que puedan llegar a recibir vendrá como resultado de sus esfuerzos”, menciona María Paula, quien agrega que parte de las iniciativas de la fundación ha sido convocar a que los beneficiarios puedan hacer voluntariado en favor de otras comunidades.

Esta asesoría resulta de la experiencia y formación que estas graduadas han tenido después de su paso por la Universidad. María Paula, por ejemplo, es Especialista en Desarrollo Personal y Familiar y coach de familias. Ha aprovechado esa formación para trabajar, no sólo con los jóvenes, sino también con sus padres, para favorecer la convivencia de estos en el hogar. “Lo que siempre he querido ha sido apoyar a las familias y a las personas. En la Universidad, nos enseñaron a preguntarnos cómo podíamos hacer que el ser humano estuviera mejor y, a partir de eso, aportar desde nuestra carrera”, explica.

Por eso, con la intención de servir mejor, entre las aspiraciones de estas emprendedoras está poder expandir sus servicios a jóvenes de cualquier estrato. “Creemos que todos los adolescentes son población vulnerable. La vulnerabilidad no tiene sólo que ver con el tema económico, sino con el tema social también. Estos jóvenes, sin importar su contexto, están expuestos al bullying y a ver afectada su autoestima”, reflexiona Laura, quien señala que la Fundación puede generar un gran aporte a la sociedad, al proveer herramientas que faciliten a los adultos acercarse de forma asertiva a estos jóvenes para acompañarlos en su formación.