Cocinando sueños

Desde los fogones de La Sabana hasta el corazón culinario de Oslo, Héctor Vaca ha convertido su pasión por la gastronomía en un viaje hacia las estrellas Michelin.

Desde los fogones de La Sabana hasta el corazón culinario de Oslo, Héctor Vaca ha convertido su pasión por la gastronomía en un viaje hacia las estrellas Michelin. 

¿Qué poder tiene la cocina para transformar no solo platos y sabores, sino también vidas? Héctor, graduado del programa de Gastronomía, es un profesional que no tardó en dejar huella en el mundo culinario. Así fue como a tan solo seis meses de graduarse se aventuró a abrir un restaurante en Acacías, su ciudad natal, sumergiéndose en una experiencia emprendedora que duró cerca de un año. Sin embargo, su viaje comenzó verdaderamente cuando decidió perseguir una maestría en el Basque Culinary Center, en España. 

Desde entonces, ha recorrido un camino que lo llevó hasta Oslo, Noruega, donde actualmente se desempeña como head chef en “Plah", un reconocido restaurante que fusiona la cocina tailandesa y nórdica. Con más de dos décadas de historia, este oasis culinario fue transformado hace dos años hacia el exclusivo mundo del fine dining. Su chef, con un legado marcado por el servicio a la familia real noruega y años perfeccionando la cocina tailandesa, extendió a Héctor la oportunidad. A partir de entonces, ha ascendido rápidamente desde cocinero hasta llegar al destacado rol en el que se encuentra.  Aunque su trayectoria profesional lo ha llevado por diversas ciudades y culturas, Héctor siempre ha mantenido su objetivo claro: dedicarse plenamente a la alta cocina, aspirando a obtener una estrella Michelin. 

Lo que más disfruta de su trabajo actual es el contacto directo con los clientes. En el restaurante, con una cocina abierta que atiende a 17 comensales por noche y un área separada para reuniones privadas de hasta ocho personas, tiene el control directo sobre cada plato que sale de su estación. Desde la presentación hasta la entrega, Héctor es el responsable de asegurar que cada experiencia culinaria sea excepcional. Cuando un cliente disfruta de uno de sus platos y recibe su feedback instantáneo, resalta en su rostro la satisfacción. 

El impulso que lo llevó a cruzar fronteras fue una búsqueda de realización personal a través de la cocina. Inspirado por el deseo de refinar su arte culinario lo llevó a aventurarse hacia esas nuevas oportunidades en el extranjero. El proceso de migración no ha sido fácil para Héctor. Ha vivido en España, Estados Unidos y Francia, pero encontró en Noruega un equilibrio entre calidad de vida y oportunidades profesionales que lo motivaron a establecerse. Aunque extraña el calor humano y la calidez cultural de Colombia, valora las ventajas económicas y laborales que ha encontrado en Europa, “es el continente con más estrellas Michelin”, añade. Aunque cada lugar tiene su encanto, su corazón siempre anhela la autenticidad de su país.  

El reto más fuerte que ha enfrentado fue durante su primer año en Noruega, justo cuando la pandemia de Covid-19 inició. “Me encontraba solo, sin familia cerca, en un país con días extremadamente cortos y un clima muy frío”, recuerda Héctor. Hubo momentos en los que consideró regresar a su país y comenzar de nuevo, pero también considera esta experiencia como un aprendizaje que le reforzó su perseverancia y el valor a sus metas profesionales.  

Lo más gratificante de su trabajo, en comparación con las oportunidades en Colombia, radica en la visibilidad y el reconocimiento que tienen los restaurantes de fine dining. En Noruega los restaurantes son valorados no solo por la calidad de la comida, sino también por su compromiso con los ingredientes locales y sostenibles. Trabajan estrechamente con cooperativas que facilitan la conexión directa con productores locales, lo cual no solo garantiza la frescura y la calidad de los productos, sino que también promueve la transparencia y el reconocimiento del trabajo de estos agricultores.  

Como metas, por el momento, a corto plazo no tiene ningún otro plan más que seguir mejorando el menú y adaptándolo por temporada. La llegada de una estrella Michelin no está en sus manos ni en las de sus colegas; sin embargo, es una guía independiente que reconocerá su trabajo si lo considera merecedor. Más allá de eso, se encuentra inmerso en la escritura de su segundo libro. Para enriquecer el contexto, su primer libro titulado "Arcoíris en el mar", surgió de las cartas que escribió a su mejor amigo, quien falleció de leucemia en 2012. “Escribir estas cartas se convirtió en un proceso terapéutico para mí durante años, una manera de expresar lo que quedó pendiente”, comparte. Su segundo libro explorará su trayectoria en la cocina, desde los días de pelar y freír papas hasta dirigir una cocina con un equipo experimentado y servir platos a chefs que alguna vez estudió en la universidad. Este proyecto es su principal meta a mediano plazo, ya que aspira a ser publicado tanto en español como en inglés, capturando así su experiencia en dos idiomas.  

Todo lo aprendido durante su carrera universitaria ha sido fundamental para su desarrollo profesional en el exterior. Desde las clases de humanidades hasta las extracurriculares, cada curso ha dejado una huella significativa. El sello Sabana que lo identifica no solo son sus habilidades profesionales, sino también la calidad humana que ha cultivado y el estar siempre dispuestos a dar la milla extra.  

Para aventurarse en el extranjero, Héctor aconseja buscar activamente las oportunidades y lanzarse sin temor. “Comenzar algo nuevo nunca es fácil, pero siempre hay una puerta abierta para regresar a casa si fuera necesario”, añade. No importa el resultado, cada experiencia es una oportunidad de aprendizaje invaluable. Lo importante es tener el coraje de dar el primer paso y estar abierto a todo lo que el mundo tiene por ofrecer. 

Nuestro graduado nos enseña que por más lejos que viajemos, siempre llevaremos con nosotros el hogar que dejamos atrás.