Los inversionistas financieros han trasladado buena parte de sus inversiones en activos riesgosos hacia activos considerados seguros, como los bonos del tesoro de Estados Unidos y los metales preciosos.
El dólar superó la histórica cifra de $4.000, las bolsas de valores siguen en picada y suspendieron sus ruedas de negociación y, el precio del barril de petróleo Brent, tiende a la baja con USD 29.25 -el precio más bajo registrado desde 2004-. La economía está mostrando su volatilidad, ya que el dólar estadounidense es la moneda que se utiliza en la mayoría de las transacciones internacionales, incluyendo el petróleo, y los mercados se mueven por olas de confianza y desconfianza de los inversionistas, según la coyuntura.
Una investigación de la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de La Sabana, realizada por el profesor José Eduardo Gómez, junto con los profesores Jorge Hirs-Garzón y Juliana Gamboa Arbeláez, de la Universidad del Valle y el International Monetary Fund, respectivamente, reveló que las transmisiones de volatilidad entre activos tienden a incrementarse a medida que los mercados financieros se vuelven más globales y en momentos de estrés. Dynamic relations between oil and stock market returns: a multi-country study, como se titula la investigación, no solo concluye y permite entender que “Dichas transmisiones de volatilidad varían en el tiempo, siendo mayores en momentos de temor en los mercados y de incertidumbre económica. Cuando se consideran mercados accionarios y precios del petróleo, las transmisiones de volatilidad ocurren en ambos sentidos, pero son mayores desde los mercados accionarios hacia los precios del petróleo. Esto corrobora la hipótesis de financiarización de los precios del petróleo, en el sentido de que estos obedecen no solo a condiciones de oferta y demanda, sino también a expectativas y desempeño de los mercados financieros tradicionales (como los mercados accionarios, por ejemplo)”, explica el profesor José Eduardo.
Para el profesor José Eduardo, los resultados de esta investigación ayudan a comprender que la volatilidad reciente de los precios del petróleo no depende solamente de la guerra de precios entre países productores, sino también de la alta volatilidad que se ha dado en los mercados financieros tradicionales con la propagación del COVID-19. Si bien los efectos de la expansión mundial del virus han tenido efectos sobre los mercados a nivel mundial, existen factores idiosincráticos que explican por qué en unos países la volatilidad de los mercados ha sido mayor que en otros. Los países con mayor volatilidad de sus tasas de cambio, por ejemplo, han sido aquellos con mayores vulnerabilidades fiscales y de balanza de pagos. Asimismo, han tendido a verse más afectados los países productores de petróleo.
La investigación, publicada en el 2019 en la North American Journal of Economics and Finance, no solo puede ser aplicada a la coyuntura que estamos viviendo, sino que ayuda a entenderla. Entre las conclusiones, se entiende que el petróleo y los bienes básicos se comportan como una clase adicional de activos financieros y, por eso, sus precios varían de acuerdo con las condiciones de los mercados financieros globales. Por ello, ante los temores ocasionados por el desarrollo del virus, que ya está presente en 159 países, los inversionistas financieros han trasladado buena parte de sus inversiones en activos riesgosos hacia activos considerados seguros, como los bonos del tesoro de Estados Unidos y los metales preciosos. “Estos movimientos llevan a la valorización de los activos seguros y a la desvalorización de los demás activos financieros. Debido al temor generalizado, los cambios de portafolio ocurren de forma poco organizada, generando alta volatilidad en los mercados financieros. La alta volatilidad que se ha dado en los mercados accionarios mundiales ha llevado a que se incremente la volatilidad del precio del petróleo”, explica el profesor José Eduardo.
No solo el COVID-19 nos afecta a todos, la volatilidad de los mercados financieros también, puesto que puede afectar la demanda agregada de la economía, el valor de los portafolios de inversión e, incluso, la capacidad de compra medida en dólares, que dependen de la tasa de cambio y del valor de los activos. Entender esta relación -de nunca acabar- entre el petróleo, el dólar y las bolsas de valores ayuda a gobiernos e inversionistas a tomar mejores decisiones y a desarrollar estrategias para cubrir sus posiciones financieras, y para comprender el efecto de la volatilidad de los mercados financieros en la vida de las personas.